Una estrella más brilla en el firmamento
Hoy es de esos días en los que uno se levanta creyendo haber tenido un mal sueño. Uno de esos largos días, en los que uno trata de encontrar infructuosamente cualquier falsa esperanza que le sirva para no creer lo que desgraciadamente ha sucedido. Para pensar que no es cierto lo publicado y poder agarrarse a una realidad diferente a la acontecida.
No dejo de pensar, y este pensamiento me sumerge en un profundo sentimiento de tristeza, que mañana será el día en el que tenga de despedirme de Julen Goikoetxea.
Siempre recordaré a ese chico, que posiblemente fuese la mayor promesa que tenía Euskadi en la categoría amateur en la actualidad, como daba sus primeras pedaladas embutido en el maillot del Aurrera de Ondárroa, que recordaba a épocas pasadas. Cómo año tras año, nos maravillaba verle sobre una bicicleta, proporcionándonos pedaladas y pedaladas de muchísimos quilates, que nos provocaba la admiración que siempre recordaremos.
Pero sin lugar a dudas, por lo que recordaremos a Julen, no sólo será por su valores deportivos, sino por la gran calidad humana que atesoraba. Uno no dejaba, día tras día, de sentir una profunda admiración por como era capaz de sacar su carrera universitaria y su carrera deportiva, en un régimen espartano que sólo son capaces de seguir aquellos que están tocados por la divinidad. Oír a sus padres, a sus profesores, vecinos, amigos y/o compañeros hablar de Julen era un placer para los oídos, y un espejo en el que mirarnos aquellos que un día fuimos jóvenes y que no dejábamos de quejarnos cuando sufríamos cualquier contrariedad.
Aunque su carrera deportiva estaba plagada de victorias no fueron pocas las veces que a pesar de su juventud, Julen Goikoetxea había pensado dejar el ciclismo, ya que entendía perfectamente que de dar pedales son los menos los que consiguen vivir, y que eran sus estudios donde debía centralizar buena parte de su tiempo libre. Pero llevaba el ciclismo en la sangre. Siempre acabado el periodo lectivo, animados por unos y otros, y con su enorme afición a la bicicleta, siempre acababa compitiendo y de una forma inusitadamente brillante.
Siempre brillante. Y es que a partir de ahora sobre el cielo de Ondárroa brillará una estrella más en el firmamento.
Goian bego, Julen, ez zaitugu ahaztuko!....
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