Ecos de Salzburgo
El pasado Mundial de Salzburgo, entre otras muchas cosas, levantó la polémica de si la selección española debe incluir en la categoría Sub´23 ciclistas que pertenecen a los equipos UCI Continentales (o siendo neo a un equipo Continental Profesional), o continuar como hasta la fecha con ciclistas pertenecientes a la categoría Amateur.
Los resultados cosechados en categoría Sub´23 no fueron nada buenos. Nefastos deberíamos calificarlos en lo que respecta a la prueba CRI, y si no fuese por el resultado del albaceteño Diego Milán (Grupo Nicolás Mateos), hubiésemos dicho lo propio del grupo de ciclistas que participaron en la prueba de ruta.
Las medallas de oro de ciclistas del calibre de Dominique Cornu (Bodysol-Win For Life) o Gerald Ciolek (Team Wiensenhof-AKUD), así como la entidad de la mayor parte de ciclistas que coparon los primeros lugares, hace necesario plantear una reflexión, con la intención de encontrar la salida de un furgón de cola, que a tenor de los resultados, es el lugar en el que está anclado el ciclismo español.
Cuando los resultados no son satisfactorios, siempre aparece la cantinela tan manida de que el Mundial es una lotería, y a esta se le añaden las clásicas justificaciones que por ser tan reiteradas como conocidas omitiré. Si en verdad el Mundial fuese una lotería, con una población tan acostumbrada a este tipo de juegos de azar, especialmente en el periodo navideño, ¿no tendría la selección española más posibilidades que ninguna otra de triunfar en cualquier Mundial que se presente?
La verdad, es que no, que no es una lotería. A nadie se le escapaba que Dominique Cornu y Mikhail Ignatiev en la CRI o Gerald Ciolek en Ruta, eran apuestas seguras en este Campeonato del Mundo, de la misma forma que Paolo Bettini lo era en la categoría absoluta.
La representación española estuvo formada por ciclistas pertenecientes a equipos UCI Continentales: Juan Carlos Hernández Mora y Diego Milán y a equipos Amateur: Beñat Intxausti, Javier Chacón, Gonzalo Rabuñal, Miguel Ochoa y Enrique Mata, aunque estos dos últimos estaban como “trainees” (amateurs a prueba) en Saunier Duval-Prodir, equipo perteneciente a la categoría UCI Pro Tour, al que habían ascendido desde el equipo filial.
Esta mezcla, al final tuvo el resultado previsible, que no el resultado deseado. Pero no deberíamos ver únicamente el debate en torno a la conveniencia o no de formar la selección con ciclistas procedentes de equipos de una categoría u otra, ya que sin ir más lejos, en la prueba CRI, el ciclista enrolado en un equipo Amateur acabó mejor clasificado que el perteneciente a un equipo UCI Continental, sino que deberíamos ampliar nuestra visión.
Así de este modo, enfocando el problema hacia otros aspectos posiblemente tan relevantes o más que el dilema planteado, me atrevería a decir, que si el Mundial se celebrase en marzo/abril en lugar de septiembre/octubre y en lugar de una prueba de un día se disputase en forma de ronda por etapas, tendríamos muchas más probabilidades de obtener puestos más notorios y brillantes.
¿Con esto que pretendo decir? Pues sencillamente, que con un calendario en el que las pruebas más importantes se concentran prácticamente la primera mitad de la temporada, con una clara diferencia en cuanto a entidad y número si lo comparamos con las pruebas que se disputan en la segunda mitad, y con el agravante de la poca importancia que se destina a las pruebas CRI, es difícil, que a final de temporada, que es cuando se disputa el Mundial, los ciclistas acudan en las mejores de las condiciones posibles a tan importante cita. Y aquí se incluyen tanto a los equipos Amateur como a los de categoría UCI Continental.
Quizá nos deberíamos plantear esta realidad antes que otras. Pero retomando la polémica de contar con ciclistas procedentes de equipos de la categoría UCI Continental, es evidente que los tiempos cambian, y en esta realidad tan confusa, y ateniéndonos a la reglamentación, en ningún momento se debería desestimar la participación de los ciclistas de esta categoría, permitiendo al seleccionador contar también con ciclistas de la tradicional categoría Amateur así como de la UCI Continental de reciente implantación.
Pero un detalle no se debe dejar pasar por alto, y que podría dar lugar a otra interesante reflexión. Si es una categoría que está delimitada por la edad, ¿no se debería contar con cualquier ciclista menor de 23 años, independientemente de la categoría a la que pertenezcan, UCI Pro Tour y Continental Profesional incluida?
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