7 de noviembre de 2006

Los chicos de Hazoumé

El Tour de Burkina Faso ha finalizado y a lo largo de la prueba han sido los corredores foráneos los que han dominado de principio a fin.

Lyonel Syne se impuso en el sprint de la primera etapa siendo el primer portador del maillot de líder. Sólo le duró una jornada, puesto que tras la victoria del marroquí Abdelati Saadoune, le llevó al vencedor de la edición del año 2002 a liderar la prueba hasta el ecuador de la misma. La tercera y cuarta etapa tuvieron a ciclistas galos como propietarios, ya que Jean-Luc Delpech y Sthépane Bonsergent se impusieron respectivamente en los dos triunfos parciales. En la quinta, un compañero de Lyonel Syne, el también belga David Verdonck fue el ciclista que impuso su punta de velocidad.

Tras la quinta de las etapas se llegó al día de descanso. Y en la jornada siguiente se vivió un hecho trascendental, y es que el maillot amarillo cambió de dueño, al que ya no se puedo desbancar de tan privilegiada situación. La etapa fue a manos del francés Herman Conan, pero el liderato fue al de nuevo protagonista David Verdonck.

Intentos infructuosos por desbancar del liderato a Verdonck en las etapas restantes, acabaron viendo como los diferentes triunfos parciales fueron a parar a manos del francés Julién Gonnet en la séptima etapa, al egipcio Ahmed Rashad en la octava y de nuevo color galo con Sthépane Bonsergent que repetía victoria imponiéndose en esta ocasión en la novena etapa. Las dos últimas etapas vieron como súbditos del Reino de Marruecos alzaban los brazos, siendo de nuevo Abdelati Saadoune quien obtuvo la victoria en la décima etapa, y su compañero de selección Mouhssine Lahsaïni quien resulto vencedor en la etapa que cerraba la vigésima edición del Tour de Burkina Faso.

La victoria final fue para David Verdonck, escoltado en el podium por el camerunés Martinien Tega y el francés Julián Gonnet. El vencedor en la edición del año 2004, Abdoul Wahab Sawadogo, fue el primero de los ídolos locales en octava posición.

La verdad es que tenía la esperanza de volver a ver algún corredor subsahariano en lo más alto del podium, y tenía interés por ver las evoluciones que etapa tras etapa tenían aquellos corredores de raza negra, esperanzado en que pudieran obtener algún triunfo parcial que finalmente no se produjo. Siento predilección por aquellos deportistas que a pesar de las dificultades luchan y luchan por alcanzar un objetivo que la mayoría de las veces ni se cumple.

Tenía la esperanza de ver a los corredores locales, alguno de los cuales incluso ha tenido experiencia en el ciclismo amateur francés, de la misma forma que Hamado Pafadnam lo tuvo en su día en el ciclismo amateur español, incluso aguardaba con esperanza las evoluciones de un joven ciclista camerunés de 21 años, que probablemente acabe algún día venciendo esta prueba, Joseph Sanda. Pero bien es cierto, que mis ojos estaban puestos en dos ciclistas que ni tan siquiera iban a tener la oportunidad de acercarse a los lugares de privilegio, Robert Kponha y Augustin Amoussouvi, los chicos de Hazoumé.

A muy pocos les dirá algo en el mundo del ciclismo el apellido Hazoumé, es más, ni tan siquiera tuve conocimiento de su persona a través del mundo de las dos ruedas, y es que es bien conocido por otra faceta bien diferente.

Romuald Hazoumé nació en 1962 en Porto-Novo (Benín) donde actualmente reside y trabaja. Tras cursar estudios de artesanía, se dedicó a la escultura y la pintura. A mediados de la década de los 80 comenzó a experimentar en la escultura con objetos de metal y plástico.
Esta experimentación le llevó a recibir una exitosa crítica que le valió para participar en numerosas exposiciones internacionales, en la que la mayor parte de las ocasiones participaba dentro de un bloque africano, pero me llamó poderosamente la atención observar como “The October Gallery” posibilitaba una exposición en solitario del artista. No es frecuente que dada la procedencia del artista en cuestión ocurra algo así.

“ARTicle 14 – Get by as best you can” o lo que es lo mismo, “Artículo 14 – Cuida de ti mismo como mejor puedas”, era el título bajo el que presentaba su exposición el artista beninés ya hace más de un año en la capital del Reino Unido.

Esta instalación hablaba de cómo la gente está luchando por sobrevivir en África. El título del trabajo se refiere a un supuesto decimocuarto artículo en constituciones africanas, que es una ironía extensible a muchas partes del África Occidental.
La instalación abarca símbolos de cómo la gente corre su propio riesgo, como el Estado no protege a sus trabajadores o los bajos niveles de vida existentes, y es, en definitiva, una forma de poner de manifiesto como se obliga a la gente a encontrar su propia forma de sobrevivir.

Podemos interpretar el mensaje de Hazoumé como que uno debe de cuidarse de si mismo ya que ningún otro lo hará, en una referencia crítica a la corrupción estatal, que trata de ser un manifiesto de resistencia ante el opresor. Toma la inspiración de la preocupación por reflejar las realidades a las que hace frene la gente de Benin, continuando de esta forma su prolongado diálogo artístico sobre las cuestiones históricas y sociopolíticas que afectan a las sociedades del África Occidental.

La principal instalación de Hazoumé se plasma en el carro de un vendedor del mercado, repleto de refrescos, cervezas, juguetes de plástico, balones, cepillos, maquinillas de afeitar y cacerolas convirtiéndolo en una penetrante crítica al consumidor. Donde una vez colgaron productos recientemente manufacturados, a la espera de ser consumidos, ahora encontramos restos de embalajes vacíos y materiales gastados, convirtiendo los escombros del mecanismo capitalista en una metáfora sobre el vacío del mundo material.

Hazoumé nos alerta sobre la historia de los objetos que nos rodean, y les vuelve a asignar un lugar dentro de realidades políticas y sociales.

Todo lo anteriormente expuesto únicamente serviría para ilustrar brevemente a un artista y dar a conocer la intencionalidad de su obra artística, pero es que el artista en cuestión tiene una afición y una pasión, que no es otra que el ciclismo. Un ciclismo que lleva en el corazón y que transmite desde su ordenador portátil en ese deambular entre museos y exposiciones en los que está presente la itinerante obra de Hazoumé.

Llegó al ciclismo desde el judo tras una grave lesión de rodilla, que le apartó del camino que conducía a los JJ.OO. de Seúl de 1988. Como a tantos otros deportistas lesionados le recomendaron pedalear para rehabilitar el daño producido, y el cruel destino quiso que quedase prendado del deporte de la bicicleta. Afrontó con entusiasmo esta nueva vertiente deportiva en su vida, pero la anatomía que había esculpido con el judo fue un lastre para el ciclismo.

Ser ciclista en su país no es nada fácil. Uno entiende que los medios son escasos, que nacer y vivir en una país a la cola mundial del desarrollo implica dificultades de todo tipo, pero todo se incrementa exponencialmente cuando uno nace en una tierra que ya de por sí está a la cola de los países que ya están en la cola.

Hazoumé tiene un equipo ciclista, en el que la voluntad es el santo y seña del conjunto, puesto que carecen de todo lo demás. No es ni habitual ni fácil que un niño quiera ser ciclista en aquel país, puesto que el fútbol lo copa todo. Y es que no sólo faltan estructuras para practicar el deporte de las dos ruedas, y el material ciclista que poseen parece cualquier reliquia extraída del museo de la bicicleta antigua, sino que para poder entrenar hay que comer, y eso no se produce todos los días.

No es la primera vez que los chicos de Hazoumé participan en el Tour de Burkina Faso, aunque dada la manifiesta inferioridad con respecto a los rivales en esta ocasión lo hicieron integrados en un equipo mixto, compuesto por dos ciclistas de Benin, otros dos de Mali y el mismo número de ciclistas de Togo. Ninguno de los dos ciclistas de Benin consiguió acabar la prueba, puesto que Robert Kponha a las primeras de cambio y Augustin Amoussovi mediada la carrera, tuvieron que poner pie a tierra y abandonar la prueba.

Por eso Hazoumé por donde quiera que vaya, trata de conseguir mejorar las condiciones de sus ciclistas, seguro del potencial que poseen. Desgraciadamente la realidad a día de hoy dice que a pesar de esa supuesta materia prima, ni poseen la mentalidad necesaria, ni las condiciones marcadas por el lugar que les vio nacer permiten que los ciclistas bajo su tutela puedan destacar lo más mínimo.

Esta itinerante vida de Hazoumé, que le ha llevado a conocer medio mundo y buena parte del otro, le ha permitido contactar con personas e instituciones a las que ha contado su pasión y que ha posibilitado, que sus ciclistas hayan tenido acceso a material ciclista, que de otra forma no hubiesen conseguido. Entre otras la Fundación Euskadi, con la que deseaba poder entablar una conversación, con el objetivo de que el equipo de Miguel Madariaga puediese de una forma u otra proporcinar cualquier tipo de ayuda en pos de una mejora de la situación de los ciclistas de Benin.

Y es que ahora parte de su obra está en Euskadi, concretamente en el Museo Guggenheim-Bilbao dentro de la exposición 100% Africa que ha presentado la Contemporary African Art Collection (CAAC) y que aglutina a un buen número de obras de diferentes artistas subsaharianos entre ellos las de Romuald Hazoumé. Las obras estarán expuestas hasta el 18 de Febrero del 2007. Una bonita excusa para acudir al museo y poder conocer su reivindicativa obra uniendo ciclismo y cultura.

3 Comments:

At 8 de noviembre de 2006, 21:22, Anonymous Anónimo said...

Hola Pico!

No puede ser su hijo ya que Rudy Verdonck y David Verdonck tienen 11 años de edad de diferencia. El corredor fundamentalmente de Lotto, y que en el 92 y 93 vistió los colores de Gatorade nació en 1965 y el vencedor del Tour de Burkina Faso nació en 1976.

Un saludo!

 
At 10 de noviembre de 2006, 18:15, Blogger Marco* said...

Hola Pico!

No debes pedir disculpa alguna, al contrario, me parece interesante, que des a conocer una faceta oculta para el gran público, incluido el ciclista, de un corredor con inquietudes artíticas como en este caso la de Rafael Macarrón.

Un saludo!

 
At 11 de noviembre de 2006, 18:45, Anonymous Anónimo said...

Quiero felicitarte Marco por este bello articulo sobre el ciclismo africano.
Yo siempre he seguido con interés las noticias ciclistas referidas a ese Continente,pero desgracidamante y como muy bien dices,ser ciclista en Africa es un milagro...unicamente en Sudafrica y un poco en los paises del Magreb,Marruecos,Argelia y Tunez tiene un poco de fuerza.
Una pena que no podamos ver a corredores etiopes,keniatas y como esos que citas de Benin,poniendo en apuros a los mejores galgos europeos...

Gracias Marco por tus articulos,todos de categoría.

Saludos

Pedro Coyne (Kelly)

 

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