Breve análisis de la naturaleza de un problema

No obstante, es algo palpable, que ha sido en los últimos tiempos cuando los diferentes medios de comunicación social se han hecho eco del problema divulgándolo, además, con toda profusión de detalles y matices.
Para encontrar la raigambre y la naturaleza del problema debemos poner la mirada en la intensa rivalidad deportiva y en el carácter, cada vez más desproporcionado, de las ventajas económicas y publicitarias que los éxitos deportivos ocasionan y que han conducido, sin duda alguna, a la exigencia de mayores esfuerzos de todo tipo con el fin de mejorar el rendimiento físico.
Es lógico pensar que los deportistas de hoy conocen, al menos básicamente, los sistemas de entrenamiento, los métodos de preparación y los medios de recuperación, además de un gran número de actividades que son realizadas para obtener sus más altos rendimientos. El aumento de la divulgación y la popularidad de la información sobre la preparación de los deportistas más cualificados ha permitido que la mayoría de los deportistas pueden prepararse idóneamente para las competiciones.
Todo ello, lógicamente, ha aumentado la dificultad de asegurarse una superioridad física y técnica sobre los demás. Así, inevitablemente, se recurre entonces a otros métodos para obtener la deseada ventaja: métodos que comprenden la utilización de sustancias, agentes farmacológicos e incluso procedimientos psicológicos, destinados a aumentar artificialmente el rendimiento.
Esta práctica antideportiva no es, desde luego, patrimonio exclusivo del ciclismo, como en algunas ocasiones se ha dejado entrever solapadamente, sino que se extiende a la gran mayoría de los deportes y, por otra parte, alcanza a otras esferas fuera del ámbito deportivo en las que el individuo se encuentra igualmente sometido a fuertes presiones. Es más, si consideramos como válida la premisa señalada anteriormente como inductora de dopaje, un deporte como el del ciclismo, en el que los incentivos económicos son cada temporada menos cuantiosos, no está en la punta de lanza del perfil indicado.
Todo parece mostrar que es en la actualidad, a pesar de su deontología, cuando los casos de dopaje en toda la esfera social son más frecuentes. Realmente no es cierto, y posiblemente el progreso de la farmacología y, la toma de conciencia de los efectos a corto y largo plazo, ofrezca esa sensación. Sin embargo no es de los tiempos modernos el concepto ni la práctica del dopaje, sea en los hombres o en los animales, para aumentar su rendimiento.
En cualquier análisis sobre la naturaleza del problema del dopaje, ha de que dar claro que su uso ha rebasado, a lo largo del tiempo, lo estrictamente deportivo. Así conductores, pilotos, astronautas, estudiantes y un número muy extenso de personas con profesiones liberales y otras con actividades muy diversas han usado, lo siguen haciendo, y sin lugar a dudas continuarán utilizando, diversos tipos de métodos para aumentar el rendimiento enmascarando la fatiga.
Podemos decir, que existe doping cuando un individuo normal ingiere por si mismo o por inducción de otra persona algún producto o sustancia que altere, modifique o restrinja directamente o por medios secundarios la calidad de su participación en una competición deportiva, independientemente de la vía por la que tal sustancia o producto se le administre al individuo, así como también por la cantidad, contenido o preparación del producto, sin que se pueda aducir como excluyente de la responsabilidad, el estar incapacitado temporalmente por lesión o enfermedad, ya que bajo tales circunstancias se debe excluir de toda competición deportiva.
Un deportista, con el conocimiento de lo que representan estas acciones, puede argumentar si su conciencia y sus sensatez se lo permiten, que cada cual, bajo su propia responsabilidad, puede hacer con su organismo lo que le plazca, y puede ponerlo en peligro con el mismo derecho que lo hace un automovilista, un alpinista, un minero o un obrero de la construcción. Es una argumentación a tener en cuenta y relativamente válida.
Pero tal argumentación acaba por diluirse, dado que con la ventaja que supone la estimulación, en igualdad de condiciones, un individuo presupone que sus rivales nunca le vencerán y que sus émulos nunca igualarán sus hazañas, ya que si quisieran hacerlo tendrían que realizarlo en un plano de igualdad con respeto al deportista estimulado, es decir, estimulándose a su vez y cediendo al chantaje deportivo del rival dopado, lo cual supondría tener que ir en contra de sus principios y de sus deseos.
Posiblemente, este sea el daño a la ética y a los valores fundamentales del deporte y por lo cual se justifica la necesidad de velar por su pureza, apartando del movimiento deportivo a los chantajistas, que no sólo se destruyen a si mismos, sino que con su actuación predisponen a la destrucción de los demás.
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