23 de diciembre de 2006

Cantando a "Capelle"

Llega la Navidad. Tiempo en el que florecen los buenos sentimientos, época en que somos mejores personas y también período de gasto por encima de lo razonable.

Hay quien duda que en este periodo festivo se celebre la Natividad de Nuestro Señor Jesucristo y piensa, con buena lógica, que el origen de tanta celebración navideña forma parte de un excelente trabajo de marketing alumbrado en las oficinas de El Corte Inglés.

Como fieles peregrinos de éste y otros templos sagrados del consumo, nos veremos obligados a apoquinar religiosamente lo que tengan a bien pedirnos los sumos sacerdotes de estos novísimos santuarios por aquellas ofrendas que brindaremos a nuestros seres queridos.

No tengo la menor duda, que más de uno de nosotros recibirá algún presente relacionado con la temática ciclista de nuestros amores. Pero a buen seguro que los regalos estrella de la Navidad serán los perfumes y los aparatos electrónicos. También nos gastaremos un buen dinero en música, ya que en esta época de gasto desenfrenado, aquello del top manta o la descarga a través de internet no luce ante nuestros venerados familiares.

Los artistas los saben, y ahora es el momento de aparecer en el mayor número de espacios posibles para dar a conocer una obra musical que, aquellos que forman parte de la industria discográfica, arden en deseos de vender. Hay que aprovechar el tirón navideño, ya que la venta de discos es el motor de todos aquellos que moran dentro del mundo de la canción. ¿Todos? La verdad es que todos no. Hay quien canta por otros motivos bien diferentes, y este es el caso de Ludovic Capelle.

Ludovic Capelle vino a este mundo un 27 de Febrero del año 1976, en la localidad belga de Namur, la capital de la Región Valona. Con tal apellido su destino bien pudiese haber sido otro, pero el fornido mocetón belga destacó con su bicicleta ya desde las categorías inferiores acaparando numerosas victorias, incluso probó el profesionalismo como amateur a prueba dentro de potentes escuadras como Mapei-GB en 1996 o Lotto-Mobistar en 1997.

No fue hasta 1998 cuando firmó su primer contrato profesional, aunque en esta ocasión los colores del modesto equipo belga Home Market-Ville de Charleroi fue los que portó a sus espaldas. Dentro de esta categoría el pedalear ya fue otro cantar. No perdió su instinto ganador, y anualmente llenaba el zurrón con alguna que otra victoria, aunque todas ellas eran de las consideradas menores.

Su carrera deportiva parecía destinada competir en las típicas “kermesses” belgas, hasta que en el año 2001 y formando parte de un equipo de mayor enjundia, el Ag2r francés, obtuvo el triunfo en el Campeonato de Bélgica, pudiendo lucir a lo largo de todo un año, la soñada y gloriosa prenda tricolor. El ciclista anónimo fue lanzado a la primera plana deportiva. Un nombre dentro del pelotón y el respeto de todos por el valor que se otorga a tan deseado triunfo.

Pero en esta vida todo es efímero. Tras su momento de gloria volvió a su lugar, a sus pruebas, en esta ocasión enrolado en las filas del Landbouwkrediet-Colnago. Vuelta a los “kermesses” y a luchar por los pequeños triunfos. Nada tiene de malo tal circunstancia, pues estas carreras eran su vida, sin embargo lo peor estaba por llegar.

El 7 de Junio del 2005, tras pasar un control antidoping en la prueba de Gullegem, dio positivo por EPO. Suspendido durante 18 meses, desde Octubre del 2005 hasta Abril del 2007, por la Federación Belga de Ciclismo. Recurrió al Consejo de Estado y tiempo después fue absuelto por un error en el procedimiento. Le fue devuelta su licencia, pero no pudo encontrar un equipo que le contratase. Formaba parte del club de los ciclistas marcados. Gracias a un antiguo compañero encontró acomodo en un equipo amateur el Team Storez – VC Ath., pero ya nada era igual.

El ser humano tiende por naturaleza a preocuparse por las situaciones adversas y en ocasiones esa preocupación es exagerada o sin motivo aparente. Cuando existe un conflicto, las emociones y los pensamientos negativos tienen a aparecer, y en ocasiones tal situación adquiere una importancia relevante que impide hacer una vida con total normalidad. Capelle caminaba sobre la delgada línea de la depresión.

La depresión anidaba en su persona, hasta que su mujer, Aurélie Pauchet, le animó a cantar. La música como terapia. Compuso una canción, incluida en un disco, que lleva por título el nombre de su pequeña hija: Celeste.

La canción refleja el sentimiento de un ciclista sancionado y exonerado más tarde al que todo el mundo da la espalda. Habla de una vida dedicada al ciclismo, deporte en el que se ha dejado la piel, que debe ser motivo de orgullo para los ciclistas, que deben unirse y dejarse de una ver por todas de actitudes egoístas.

Junto a su mujer con la que canta esta canción y a través de la música ha aprendido que el amor es la esencia de existir. Ha conseguido encontrar su paz interior perdiendo el miedo, no dándole importancia a su pasado ni a su futuro ya que el presente es el único tiempo que existe y cada instante es único e irrepetible.

El disco no le hará rico, ni tan siquiera lo veremos en el top manta, pero lo que es más importante ha conseguido devolverle la felicidad. Cyril Guimard le ha dado la oportunidad de volver a ser ciclista, incluyéndolo en la nómina del Roubaix – Lille Métropole. Vuelve a ser ciclista y él cree que puede seguir siéndolo.

20 de diciembre de 2006

Va a ser que no

El campeonato de Euskadi se celebraba en la edición del 2006 en suelo guipuzcoano ante la renuncia de Navarra a organizarlo. La localidad que albergaba el evento era Ormaiztegi, pequeño núcleo enclavado en el corazón del Goierri.

Ormaiztegi es mundialmente conocida por ser feudo de la empresa Irizar, compañía dedicada al carrozado de autocares, cuyas fabricaciones circulan por todo el mundo. Pero además de Irizar, y de contar con el general carlista Tomás de Zumalacárregui, entre las ilustres personalidades que vio nacer este pequeño municipio guipuzcoano o de poseer un Viaducto de imponente estructura metálica fabricada en el S.XIX, hablar de Ormaiztegi es hablar de ciclo-cross.

A parte de gozar de una prueba con una antigüedad que la hace destacar entre el resto, contar entre sus aproximadamente 1250 habitantes con un alcalde que responde al nombre de Iñaki Mayora o con una saga ciclista apellidada Izagirre, es como para pensar así.

El día era desapacible, ya que una persistente lluvia envuelta en su característica neblina mañanera, recibía a los corredores. Para fortuna de los protagonistas la persistente y fría lluvia cesó durante la disputa reina de la mañana, circunstancia que no ocurrió para las categorías inferiores.

El marco donde se celebró la prueba, era el ya habitual circuito que custodia la imponente estructurá metálica de el francés Lavaley, monumento y símbolo de la localidad que enorgullece a sus vecinos. El recorrido mantiene en estos últimos años invariable su concepción, únicamente alterado en su diseño, como en tantos otros lugares, por las nuevas construcciones que obligan a variar el trazado que anualmente se marca.

El circuito no dejó indiferente a buena parte de los protagonistas ni tampoco a los espectadores, especialmente a aquellos que estaban emparentados con aquellos que iban a competir. Más que el circuito en sí, lo que no dejó indiferente a nadie fue su espectacular bajada. De entre todas las voces allí alzadas, alinearme junto a aquellas que no simpatizaban con el rectilíneo tramo de pendiente descendente, puesto que no soy partidario de que el aumento de la espectacularidad de la prueba sea directamente proporcional a las posibilidades de accidente de cualquiera de los ciclistas. Con unas mínimas variaciones para evitar tan recto tramo, no se perdería buena parte del espectáculo y la integridad de los ciclistas que anualmente participan se vería salvaguardada de forma considerable.

En esta jornada, y una vez trancurridas las pruebas de las categorías inferiores, se iba a vivir un hecho sin precedentes en la última década, y es que sin la figura de David Seco en la parrilla de salida, la prueba iba a ver un ganador diferente al acostumbrado. Se dice pronto, pero desde la temporada 1996 en Telleriarte (Guipúzcoa) hasta Legutiano (Alava) en 2005, siempre el triunfador había sido David Seco.

Quién en las quinielas se mostraba como favorito, era Unai Yus, que tenía una cuenta pendiente con el Campeonato de Euskadi, ya que siendo uno de las figuras de esta especialidad en cualquiera de las categorías por las que ha pasado, incluso poseedor del maillot rojigualda en categoría Elite, obtenido en la mismísima casa de David Seco, jamás el ciclista alavés había obtenido la txapela vasca.

El último día del año 1989, la localidad vizcaína de Güeñes albergaba el Campeonato de Euskadi, y un joven Unai Yus Querejeta era uno de los favoritos para obtener el título en la categoría Cadete. No era el único favorito, pero quien se llevó finalmente el título, fue otro alavés, Alfredo Perea Ortiz de Jocano, ciclista al que Yus había batido repetidas veces a lo largo de la temporada en el calendario provincial. El vencedor realizó una carrera completa y sin fisuras, pero la circunstancia de que Yus superara a sus más enconados rivales, quedándo únicamente por detrás de un Perea al que había batido siempre y que no estaba incluido dentro de los a priori favoritos para el triunfo final, dejó un poso de armargura en el ciclista, que en la temporada actual, y tras no conseguir desquitarse desde entonces, se presentaba en Ormaiztegi ante una ocasión inmejorable para de una vez por todas resarcirse de su nada satisfactoria relación con los Campeonatos de Euskadi.

En esta ocasión volvía el alavés Javier Ruíz de Larrínaga, iba a ser su principal rival, con otros ciclistas como Julen Zubero o José Antonio Garrido en un escalón inferior sin tantas opciones de luchar por el cetro vasco de la especialidad como los dos alaveses señalados. Los ciclistas Sub´23 Erlantz Uriarte y Gorka Izagirre, a parte de ser los claros favoritos para disputar la prueba de su categoría, eran los ciclistas que incluso por delante de los profesionales de la ruta, más batalla podrían plantear a los favoritos.

El circuito al discurrir sobre diversos lugares de la localidad que diariamente tienen otros usos, con los cambios de superficies y los muchos bordillos que había que superar, auguraba por tal circunstancia, un aumento en las probabilidades de pequeños percances, tal y como sucedió en las categorías menores. Tal presagio, podía mediatizar de una u otra forma el normal desarrollo de la prueba. Pero una de las claves del ciclo-cross está en saber cuidar el material, y no exponerlo a situaciones límites que puedan alterar su normal funcionamiento.

Con estos antecedentes, y sacudidos los primeros giros de toma de contacto, se situaron en cabeza el cuarteto formado por Erlantz Uriarte, Javier Ruíz de Larrínaga, Unai Yus y el local Gorka Izagirre. Los espectadores vibraban con su ciclista local, cuyos gritos de ánimo hacia el joven ciclista se oían con mayor efusividad que los dirigidos hacia el resto de los ciclistas, y en general los aficionados se mostraban entusiasmados con la posibilidad de poder contemplar una carrera tan competidad con tanta emoción e incertidumbre.

Los pequeños problemas antes señalados que podían surgir, hicieron que primeramente Julen Zubero no tuviese oportunidad de integrar el cuarteto puesto que opciones de ello tenía, y luego más tarde hizo que este cuarteto se desmembrase en cuatro unidades.

Erlantz Uriarte, tercero en carrera mediada la prueba, hacía ver que las posibilidades de que Gorka Izagirre pudiese dejar la txapela en casa iban a ser mínimas, puesto que en su eléctrico pedalear, las diferencias iban paulatinamente aumentando vuelta tras vuelta. Pero la mayor de las emociones residía en comprobar si la sorpresiva ventaja que había tomado Javier Ruíz de Larrínaga sobre Unai Yus iba a poder ser mantenída a lo largo de la prueba que aún estaba lejos de su final. Fueron entonces cuando se vivieron los momentos más intensos de la carrera, con los espectadores tratando de, en las distintas partes del circuito, observar si los dos corredores aumentaban o disminuían las diferencias que a ambos separaba. El pulso de ambos ciclistas fue vibrante, manteniendo las diferencias prácticamente constantes, a pesar de las diferentes vicisitudes por la que tuvieron que pasar cada uno de ellos a lo largo de cada uno de los giros.

En vista de que la diferencia no se reducía y la prueba estaba próxima a su fin, Unai Yus arrojó la toalla, yéndose la diferencia finalmente cerca del minuto, viendo como de nuevo otro alavés al que había superado a lo largo de todo el año, le privaba de ser Campeón de Euskadi. A pesar de la rivalidad deportiva, la amistad y el reconocimiento del brillante triunfo, nos hizo contemplar una preciosa escena de sincera felicitación del derrotado hacia el vencedor nada más cruzar la línea de meta.

Tras los dos alaves, hizo entrada en meta el claro vencedor de la batalla por la categoría Sub´23, el vizcaíno Erlantz Uriarte con un claro margen sobre Gorka Izagirre, que entraba en cuarta posición en el global de la prueba. Remontando y con un gran ritmo en su pedaleo, Julen Zubero entro en quinto lugar haciéndose con la tercera posición dentro de la categoría Élite, por delante de José Antonio Garrido.

Es tremendamente positivo para la especialidad, la presencia de maillots de conjuntos profesionales, como Quick Step-Innergetic, Orbea o Kaiku en las espaldas de los ciclistas que participan habitualmente, así como los colores de conjuntos punteros de la categoría amateur como bien pudieran ser Caja Rural o Seguros Bilbao.

Tras Garrido entró el tercero de los ciclistas de categoría Sub´23, el alavés Adrián Sáez de Arregi, que se vió favorecido en el duelo que mantenía con Ander Gómez por el pinchazo de éste en las postrimerías de la prueba. También otro problema mecánico apartó al ciclista del Debabarrena, Xabier García Irazola, de entrar en la terna por la tercera plaza de la categoría Sub´23, pero es de destacar su carrera que a buen seguro le habría otorgado un papel importante dentro de los ciclistas Sub´23 si el percance mecánico con su cadena no lo hubiese impedido.

Completando las diez primeras plazas, el guipuzcoano Zugaitz Ayuso que tras su problemas físicos lentamente se va entonando, y otro de los ciclistas habituales de la especialidad, el vizcaíno Iñaki Mazorriaga.

En Ormaiztegi no pudimos ver a ningún Izagirre en lo más alto del podium, como si hizo su padre en esta misma localidad en la temporada 1992 cuando en el mismo lugar se celebraron también los Campeonatos de Euskadi, pero lo que tampoco pudimos ver, fue la tan ansiada conquista del maillot de Campeón de Euskadi por parte de Unai Yus, en la que en una ocasión inmejorable para saldar deudas, vió como no pudo desquitarse.

Ya hemos visto, que el Campeonato de Euskadi va a ser que no, ¿lo será el Campeonato de España?. Lo que no me cabe la menor duda es que será una prueba emocionantísima.

9 de diciembre de 2006

Borat


Ahora que el frío se deja sentir con seriedad, una elección recomendable para pasar las gélidas tardes del fin de semana, es acudir al cine. Quien guste de ocupar parte de su tiempo de ocio contemplando una película, encontrará en estos momentos en la cartelera, una que lleva por título: Borat.

A comienzos de Noviembre se estrenó en EE.UU. con gran éxito de taquilla, el primer largometraje protagonizado por el reportero Borat Sagdiyev, con el título “Borat: Cultural Learnings of America for Make Benedit Glorious Nation of Kazakhstan.”

La cinta es una especie de road-trip en la que el protagonista trata de aprender e integrarse en la cultura norteamericana para importar sus beneficiosas costumbres a Kazajstán, país del que es nativo Borat Sagdiyev. Sorprendentemente, los ecos de esta película han ido más allá de la sala de cine, y la sátira de este film, ideado y protagonizado por el humorista británico Sacha Baron Cohen ha ido más lejos de lo que el mismo hubiese imaginado.

La influyente Liga Antidifamación, principal organización de lucha contra el antisemitismo en EE.UU., ha expresado su inquietud por escenas en las que posiblemente parte del público no entienda la ironía. Además las querellas parece que florecen y florecen por doquier.

Pero, si de ofendidos se trata, nadie está por encima del furibundo gobierno de la República de Kazajstán, Kazajistán o Kazakstán. Sinceramente, hay motivos para que estén molestos, ya que a pesar del marcado carácter cómico del film, la imagen que Borat presenta de su supuesto país natal es escandalosa ya que en el “Kazajstán” de Borat, el vino se hace con orina de caballo fermentada, uno puede trabajar como cazador de gitanos y, entre hombres, resulta común apretar la entrepierna del vecino a la menor provocación. Por no hablar de la consideración que se tiene de la mujer kazaja.

Sin embargo, incluso en este caso, el ideólogo de este film parece tener una creativa agenda oculta: irritar, hasta donde sea posible, a Nursultan Nazarbayev, el presidente que ha gobernado el país desde su independencia en 1991. Hace un par de meses, el gobierno kazajo emitió un comunicado a través del canciller Yerzhan Ashykbayev: “No descartamos que el señor Cohen esté sirviendo a los intereses políticos de alguien al presentar Kazajstán de manera tan ultrajante”. Baron Cohen detectó de inmediato el hedor antisemita y, disfrazado de Borat, grabó una réplica que dio la vuelta al mundo: “En respuesta a los comentarios del señor Ashykbayev, quiero decir que no tengo ninguna relación con el señor Cohen y apoyo completamente la decisión de mi gobierno de demandar a ese judío”. Cohen en estado puro.

Lo que fue únicamente un personaje televisivo de Baron Cohen ahora se ha convertido en película. Y el éxito del film encrespa aun más a Nazarbayev, ya que si en un primer momento fueron unos pocos países donde se pudo ver el film, con el paso del tiempo las copias se van extendiendo, y a todos los rincones del planeta está llegando una película, que coloca como nadie lo ha hecho jamás a Kazajstán en el globo terráqueo. Incluso algunos intelectuales kazajos se atreven a pedir reconocimientos a Cohen por su labor en dar a conocer al mundo la República de Kazajstán. Pero la imagen del país…

Así de este modo, con el país que dictatorialmente dirige Nursultan Nazarbayev, en boca de todo el planeta, en Asia Central no queda tiempo para el ciclismo. Con Astaná de protagonista. Patrocinador de unos y otros, a la vez que capital del país. Otro quebradero de cabeza para Kazajstán, que bien pudiese haber sido ideado por Baron Cohen, pero que en este caso no tiene nada de ficción y si mucho de realidad.

A nadie se le escapa que un mismo patrocinador no puede respaldar a dos equipos diferentes y que tampoco un ciclista puede tener un contrato con dos escuadras distintas. Así el proyecto auspiciado por Marc Biver desde Suiza, cuenta con el beneplácito del gobierno kazajo, en el que ciclistas como Vinokourov y Kashechkin estarían rodeados de ciclistas de la talla de Kloden o Kessler. Pero falta la refrenda por escrito y a día de hoy, la empresa Active Bay tiene en su poder un contrato de patrocinio con Astaná de muchos millones de euros, y nada ha sucedido para que dicho contrato no continúe teniendo vigencia, puesto que ni tan siquiera ha sido denunciado el acuerdo por parte del gobierno de Kazajstán.

Así que por una parte los suizos y por otro lado los españoles se encuentran ante una situación totalmente bloqueada, y lo que posiblemente pueda ser más grave, estos dos bloques deportivos, están condenados al fratricidio, ya que las opciones amistosas quedaron atrás hace ya bastante tiempo. Y en medio de ese duelo entre hermanos alumbrados por la madre Astaná, dos grupos humanos con la incertidumbre de cual será su futuro. Y la incertidumbre a estas alturas del año, no es plato de buen gusto para nadie. Si Astaná opta por respaldar la opción suiza, debe romper el contrato que firmaron con Pablo Antón y Manolo Sáiz para desligarse de Active Bay, más luego los ciclistas que deseen formar parte de la agrupación suiza, desvincularse contractualmente para salir de conjunto español.

En medio de todos ellos la UCI que se encuentra ante una situación insólita. Cualquier movimiento que adopte, provocará el malestar de unos a la vez que el sentimiento contrario en los otros. Cada vez queda menos para dar inicio a la temporada, en cuanto se produzca el primer movimiento por parte de cualquiera de las partes implicadas, la avalancha de recursos y denuncias se hace previsible. Circunstancia que no sorprende a nadie, y que está en sintonía con los tiempos modernos que vive el deporte del pedal, donde ya no sólo parece ser imprescindible contar con un buen médico, sino que la figura del abogado de prestigio, ha cobrado tanta o más importancia que la de los propios protagonistas.

Quizá alguien vea que detrás de todo esto está Sacha Baron Cohen, pero que nadie se lleve a engaño, el ciclismo sencillamente es así. Además, el deporte de Borat siempre fue cazar gitanos.

Benvenuto Mr. Wellens

Milán acogía el octavo envite de la Copa del Mundo de Ciclo-Cross. Tan sólo cinco días después de la prueba de Igorre, la segunda de las citas en territorio transalpino llegaba a la casa de los Guerciotti, saga familiar de la industria de la bicicleta especialmente relacionada con el ciclo-cross.

Esta ya clásica prueba dentro del panorama internacional, se vivió en el marco de un desapacible día, en el que el público no respondió de la forma esperada. Quizá, al igual que ocurrió en Igorre con David Seco, la ausencia de referente entre los “tifossi”, puesto que Enrico Franzoi no era de la partida, mediatizó la afluencia de público. Para fortuna de Italia existe vida más allá de Franzoi. La joven promesa Marco Aurelio Fontana, como avanzadilla de un ciclo-cross que paulatinamente emerge y que buena muestra de ello da en las categorías inferiores, puede situar en pocos años la “maglia azzurra” en la élite mundial si finalmente Franzoi se vuelca en el ciclismo de carretera.

La carrera no tuvo historia, pero aunque carente de emoción en la resolución del vencedor final, esta prueba puede suponer un antes y un después en el desarrollo de la temporada de ciclo-cross. En Treviso, la anterior cita de la Copa del Mundo en territorio transalpino, Francis Mourey levantó los brazos imponiéndose en un apretado sprint. De nuevo en Italia se volvió a ver como el vencedor final era un ciclista diferente al acaparador y gran favorito, Sven Nijs.

En esta ocasión fue Bart Wellens quien alzó brillantemente los brazos en la línea de meta sin apreturas de ningún tipo. Victoria clara y contundente para una actuación sobresaliente en la que se impuso de principio a fin. Nadie le pudo hacer la más mínima sombra.

En un circuito embarrado y complicado por sus bruscos pero cortos cambios de desnivel, la fortaleza de Wellens salió a relucir. Mientras muchos de los corredores ponían pie a tierra en el intento de superar los resbaladizos y embarrados repechos, el ciclista belga superaba, una y otra vez, con una facilidad digna de admiración, las dificultades existentes en el circuito, como si éstas no hiciesen mella en el ciclista.

Importante victoria la de Wellens, pero lo que es más interesante aún, el ciclista vuelve por sus fueros, provocando que a partir de ahora, la manifiesta superioridad de Sven Nijs a lo largo del año tenga una fuerte oposición, que a buen seguro nos permitirá ver espectaculares pruebas allí donde ambos participen.

Sven Nijs tuvo que conformarse con la segunda posición. Le cuesta llegar a la cabeza de carrera, confiado de que su gran estado de forma, tarde o temprano le hará alcanzar la vanguardia de la carrera. Pero ahora, con Bart Wellens in crescendo prueba tras prueba, Nijs no puede tomarse con tanta calma las primeras vueltas.

La realidad es que Bart Wellens iba más fuerte que Sven Nijs, y si encima parte con ventaja desde la primera de las vueltas, no hay posibilidad de remontada. De todas formas, hay que decir que Sven Nijs lo intentó, pero en vista de que la diferencia se mantenía e incluso aumentaba a favor de Wellens, el ciclista de Rabobank, pensó en aquello de que “soldado cobarde vale para otra batalla”, y desistió en la tentativa de dar alcance a Wellens para de esta forma guardar fuerzas para próximos compromisos.

Con un perfecto Wellens y un resignado Nijs, se vivió a espaldas de estos, una interesante lucha por la tercera plaza. La protagonizaron como viene siendo habitual los segundos espadas de las escuadras lideradas por Wellens y Nijs junto con el también clásico Francis Mourey, que de nuevo tuvo problemas para alcanzar los puestos cabeceros de la prueba.

Sven Vanthourenhout fue quien se apropió del tercer peldaño del podium, superando a Francis Mourey, que pagó finalmente su inicial remontada, y a los jóvenes ciclistas del equipo Fidea Cycling Team, Klaas Vantornout y Kevin Pauwels que entraron por ese orden. Habrá que ver como se comporta Vanthourenhout, desacostumbrado a dar la cara al llevar el mismo maillot que Sven Nijs, cuando cambie de colores dentro de aproximadamente tres semanas.

Significativo, por lo extraño que resulta para el aficionado, es ver a Vervecken fuera de las primeras posiciones. Tras el obligado parón del ciclista belga, el actual Campeón del Mundo no es el mismo, y naufragó de nuevo en la desapacible mañana milanesa clasificándose en una pobre decimoquinta plaza.

Cabe señalar que hubo una amplia expedición nacional, integrada por Unai Yus, Oscar Vázquez, Santiago Armero, Antonio Ortiz y Mauro González-Fontán. Los ciclistas nacionales acabaron todos doblados, siendo el alavés Unai Yus el mejor de los clasificados acabando en la trigesimoquinta plaza.

En Milán, un paso al frente de Bart Wellens que aportará emoción a una temporada que llevaba camino de convertirse en una marcha triunfal de Sven Nijs. La temporada cobra un nuevo aire cuando entramos en su álgido ecuador.

5 de diciembre de 2006

Igorre: La otra carrera

La selección nacional merece un capítulo aparte dedicado a los corredores que allí estuvieron presentes, ya que la participación de los ochos ciclistas escogidos, además de ser la más numerosa de cuantas se produzcan a lo largo de la temporada, bien sirve para mostrar en que lugar se haya situado nuestro ciclo-cross.

La ausencia de David Seco realmente se dejó notar. El ambiente del público y la imposibilidad de que éste pudiese volcar su aliento sobre uno de los suyos influyó en que los aficionados allí presentes no vivieran apasionadamente la prueba.

Por desgracia, la cultura ciclista existente impide que los espectadores enjuicien y valoren a ciclistas que ni su nombre conocen, y los programas de la prueba entregados en la entrada del circuito donde aparecían los dorsales de los participantes, servían para que buena parte de los espectadores conociesen al protagonista que en esos momentos pasaba ante sus narices, aunque a decir verdad, no servía para que el ciclista en cuestión fuese espoleado con los ánimos de los susodichos aficionados.

Sin David Seco, la selección perdía la única opción de aparecer entre los puestos que dicen algo a los aficionados. Pero no es menos cierto, que algún día, el ciclista de Busturia desaparecerá de los escenarios ciclistas y no motivado por una lesión. Es ley de vida. Por este motivo, era una excelente oportunidad para ver que ciclismo hay más allá de David Seco.

Lo que en primer lugar llamaba la atención era la variedad de procedencia de los ciclistas del combinado nacional. Lo que hace un tiempo hubiese sido monopolio vasco ahora ha dejado de serlo y cántabros o gallegos estaban en igual número que los anfitriones en la salida de Igorre. Incluso un andaluz era de la partida. ¿Quién se hubiese imaginado ver a un andaluz en Igorre hace unos pocos años?

La carrera se dividió en dos partes. Una la de verdad y otra la de los corredores de casa.

Unai Yus mantuvo la esperanza durante la primera vuelta. Hizo una excelente salida, que le permitió circular entre los diez primeros ilusionando a los espectadores. El papel de los últimos años de Seco parecía que lo iba a interpretar el alavés, pero fue un espejismo y la carrera le ubicó en su sitio.

En ese sitio estaban buena parte de los ciclistas nacionales. Isaac Suárez, Oscar Vázquez y Antonio Ortiz. Hicieron la prueba prácticamente juntos, hasta que Isaac Suárez se despegó de ellos, siendo el único ciclista nacional que no finalizó la prueba doblado.

El cántabro es un ciclista con motor diesel que tiene mejores actuaciones internacionales que nacionales, y es que le viene estupendamente que fuercen su ritmo. Fue de menos a más en la prueba, aunque al final se le hizo un poquito larga, pudiendo haberse clasificado mejor, si alguna vuelta no se hubiese dado. Isaac Suárez cumplió con su papel.

Oscar Vázquez fue el segundo de los corredores nacionales. Estuvo buena parte de la prueba agrupado con los ciclistas nacionales y los eslovacos, haciendo una carrera muy regular que debería haberle dejado satisfecho. Debe perder el respeto a muchos de los rivales, ya que parece que mientras los extranjeros pasan por donde quieren o pueden el ciclista gallego debe pedir permiso. Otro ciclista que cumplió.

El alavés Unai Yus no respondió a las expectativas. Ya no es aquel ciclista profesional de Bouygues Telecom que en su preparación para la ruta acudía al ciclo-cross y obtenía meritorias actuaciones que incluso le llevaron a obtener el Campeonato de España en la mismísima casa de David Seco.

Hay muchas diferencias entre ser profesional y compatibilizar el ciclismo con otras ocupaciones. Y no sólo el tiempo que uno puede dedicar al entrenamiento y todo lo que ello conlleva, sino que la disposición es sobradamente más determinante. Bart Wellens estaba rodando con la bicicleta a las ocho y media de la mañana por las carreteras vizcaínas de Igorre, el alavés estaba saliendo de casa en la furgoneta blanca que su patrocinador Aidazu le ha cedido. Bart Wellens continuaba rodando en bicicleta a las diez y media de la mañana, el alavés estaba animando a su novia que competía en la carrera femenina. Bart Wellens tiene estudiado los movimientos a ejecutar con su equipo auxiliar, el alavés se mete en el control a cambiar de montura y su mecánico ni tan siquiera le ve. Son muchas las diferencias, dejando completamente a un lado la más que evidente calidad de cada uno de los ciclistas en esta especialidad, que tuvo como botón de muestra el momento en el que Unai Yus al ser doblado a falta de dos vueltas por Sven Nijs y verse fuera de carrera, volvió a pegarse al corredor belga y le solicitó desdoblarse para de esta forma pasar por la línea de meta sin ser doblado y poder finalizar la prueba con vuelta perdida pero conforme a lo que el reglamento marca. Unai Yus estuvo por debajo de lo esperado.

Antonio Ortiz se puede ir satisfecho de Igorre. No es un especialista de ciclo-cross y viendo como cargaba con la bicicleta al hombro, se conoce perfectamente cual es su procedencia. El reciclaje es necesario si se quiere mejorar en una disciplina que no es la tuya, ya que de la misma forma que se ganan segundos con la condición física, también se obtienen con el dominio de la técnica, y curiosamente era un ciclista que hacía cosas que ningún otro ciclista realizaba, como por ejemplo la elección de las trazadas. Me parece que tiene mucho margen de mejora con sólo dedicar un pequeño hueco en sus entrenamientos a la técnica ciclopedestre. Pero sinceramente el ciclista cumplió, no en vano durante varias vueltas era el mejor de los ciclistas nacionales.

El resto de ciclistas tuvo un nivel inferior y nunca dejaron las últimas posiciones de la prueba.

Así José Antonio Díez-Arriola, que fue el que más tiempo estuvo en competición, está limitado por su forma de ser. No es de recibo que el ciclista atienda las peticiones de los aficionados, que le espolean para que delante de ellos levante la rueda o haga un “caballito”. No es serio competir en una Copa del Mundo e ir haciendo tonterías. Debe analizar cual es su papel en el ciclo-cross nacional, y si lo suyo es el espectáculo, el divertir a los aficionados con sus habilidades, mejor que en citas como esta deje su plaza a otro ciclista. Sinceramente José Antonio Díez-Arriola fue el ciclista que más me decepcionó, ya que si de Unai Yus se esperaba más, el alavés hizo lo que pudo centrándose en lo estrictamente deportivo durante la carrera, cosa que el cantabro no realizó.

Santiago Armero hizo una carrera de menos a más, pero salió tan retrasado que su progresión sirvió para bien poco. Le falta agresividad y entender la importancia que tiene estar bien colocado al paso por la primera vuelta. Hizo la carrera prácticamente sólo desde la primera vuelta, y así un ciclista parte en desventaja. Sin el conformismo y la tranquilidad que emana siempre, el ciclista hubiese tenido una actuación más destacada. Un ciclista que pudo hacer más.

Erlantz Uriarte corría en casa y los aficionados le animaban tanto o más que a cualquier otro de los participantes. No se le vio centrado en prueba, incluso parecía estar desencantado con su situación en carrera. Quizá también molesto ya que el material con el que participó no era el que habitualmente usa. No se esperaba mucho más de él. Habrá que dejar pasar el tiempo para que vaya creciendo y algún día pueda tomar el testigo de David Seco.

Lo mismo se puede decir del otro joven que formaba parte de la selección nacional, el gallego Mauro González. Ocupó prácticamente toda la carrera la última plaza e incluso entre los aficionados cundía la lástima al verle rodar, puesto que entendían que había un abismo entre él y los grandes ciclistas que allí se dieron cita. David contra Goliat. Dejemos que las cosas sigan su curso, y esperemos que primero encuentre sus hueco entre los ciclistas Sub´23 (el mismísimo Robert Gavenda no sale de las últimas plazas corriendo con los mayores) y tengamos algún día la oportunidad de verle delante, puesto que al igual que en el caso de Uriarte, este gallegó será algún día el santo y seña del ciclo-cross nacional.

En definitiva, la realidad del ciclo-cross no hace que actualmente podamos pensar en algo más de lo que tenemos. Interesante es que estos ciclistas han apostado por el ciclo-cross buscando participar en las pruebas más competidas, ya sean de la Copa de España o las diferentes incursiones internacionales que están haciendo o harán proximamente, circunstancia que posibilitará que mejoren como ciclistas.

No me cabe la menor duda de que viviremos un apasionante Campeonato de España, en el que las posiciones del podium no se conocerán hasta prácticamente la mismísima línea de meta, pero a la hora de competir a nivel internacional queda todavía un buen trecho por recorrer.


4 de diciembre de 2006

Nijs imparable en Igorre

La Copa del Mundo tenía su séptima parada en Euskadi.

Concretamente en Igorre (Vizcaya), donde la cita se ha convertido en una prueba clásica dentro del calendario internacional, llevando a las más grandes figuras del momento hasta España, país con tradición ciclista pero que en esto del ciclo-cross está a años luz de aquellos países que dominan la especialidad ciclopedestre.

La prueba llegaba a territorio vasco, lugar geográfico donde habita un pueblo especial donde los haya. Poseedor de una singular lengua, el pueblo vasco permanece fiel a sus ancestrales costumbres y en lo que al deporte se refiere, guarda una peculiaridad que también lo hace único, y es que sus deportes tuvieron como raigambre el trabajo de sus gentes.

Sin ir más lejos, marcado por el lugar donde me encontraba y observando el desarrollo de la prueba, Sven Nijs me ha recordado a un aizkolari. Para quien no sea ducho en los deportes rurales vascos, aizkolari es aquel deportista que practica el corte de troncos con hacha.

La zona donde está ubicada la localidad de Igorre, por su orografía y masa forestal ha sido lugar frecuente de explotación de bosques para la obtención de madera, materia prima que habitualmente se utilizaba para la construcción o la producción de carbón vegetal. Este trabajo normalmente se realizaba por cuadrillas que acampaban en los bosques. Los miembros más jóvenes o fuertes talaban los árboles y los más viejos desgajaban, quitaban ramas y cortezas y partían los troncos en pedazos del tamaño necesario. La competencia por demostrar la mayor fuerza o habilidad generaba apuestas, que como en el caso de otros deportes rurales, llevaban a desafíos en la plaza pública, fuera del trabajo productivo.

La plaza pública en esta ocasión estaban situada en las campas de Ollabarri, a las afueras de la pequeña localidad de Igorre, circuito que paulatinamente va cambiando de fisonomía, como tantos otros, por las construcciones que paulatinamente se van levantando.

Desde que la prueba de Igorre pertenece a la Copa del Mundo, el originario circuito de San Cristóbal, cedió el testigo a este de Ollabarri que en el día de hoy se encontraba en unas magníficas condiciones para la práctica del ciclo-cross. Daba la sensación que las lluvias caídas en los últimos días ocasionarían la acumulación de barro a lo largo y ancho del circuito, pero el viento que soplaba en la zona, contribuyó a que esto no sucediera, incluso tal circunstancia hizo que la prueba de la Copa del Mundo se hiciese sobre un terreno en mejores condiciones, que las que tuvieron los ciclistas de las categorías inferiores cuyas pruebas antecedieron a la carrera estrella en la gris mañana dominical.

Así de esta forma, la cuadrilla belga, formada y dividida alrededor de dos grandes figuras cuya rivalidad no entiende de nacionalidades, se enfrentaba a la cuadrilla francesa, que en la cita de Igorre traía un grupo completísimo, cosa que no sucedió en la anterior prueba disputada en Koksijde.

La cita era a las doce y media de la mañana, horario fijado por la televisión, que en un deporte con evidentes carencias televisivas, tiene algo más que voz y voto. Aun así, las hachas ya se afilaban desde bien temprano, no en vano, desde las ocho y media de la mañana ya se encontraba pedaleando Bart Wellens por carreteras vizcaínas.

La salida fue espectacular. Un buen número de ciclistas lanzados en tromba y la posibilidad de que cualquier percance se produjese en la mente de quienes contemplaban el explosivo inicio. No fue un belga ni un francés quien pegó el primer hachazo, sino un suizo, Christian Heule, quien tomó las riendas en los primeros compases, saliendo mejor que ningún otro ciclista.

En la recta de salida, ya los galos perdían al primero de sus integrantes, puesto que Steve Chainel sufría una avería en su bicicleta, que lo confinó al último de los lugares. A pesar de que fue avezado a la hora de retroceder hasta el control para cambiar de montura, el ciclista francés se desmoralizó por la imposibilidad de avanzar puestos, circunstancia que le llevaría a acabar abandonando.

Si en la carretera los problemas para circular conjuntamente del numeroso grupo fueron prácticamente inexistentes, estos si empezaron a sucederse al entrar en la campa. Problemas de enganchones y caídas que en algunos casos fueron determinantes como por ejemplo para Erwin Vervecken, que regresaba a la competición y deambuló toda la prueba rondando la décima plaza sin posibilidad de quitar terreno a los que le precedían. O como le sucedió a la armada francesa, que no tenían ningún corredor en cabeza transcurrida la primera de las vueltas y sus ciclistas circulaban entremezclados con otros corredores que aun no habían encontrado el sitio que la prueba había destinado para ellos. Así por ejemplo a Francis Mourey le costó alcanzar la cabeza y otro de los galos llamados a tener un papel determinante, John Gadret no fue capaz de entrar con los ciclistas de vanguardia.

En cabeza el primero que de verdad se remangó fue Klaas Vantornout, el delfín de Wellens, que aprovechó la coyuntura para abrir hueco, y lo consiguió durante las primeras vueltas hasta que un paciente Nijs, que más maduro y de igual forma que Koksijde no se puso nervioso al no verse en cabeza y fue progresivamente adelantando posiciones hasta dar alcance a Vantornout.
El dúo en cabeza y ya clarificadas las posiciones, empezó a distanciar a sus rivales con un Nijs que sin inmutarse, de igual forma que vino desde atrás afrontó el liderato de la prueba sin variar el ritmo, importándole poco el hecho de que Vantornout se soldara a su rueda.

Y ahí empezó el principio del fin. La lucha por el triunfo. De la cuadrilla belga de Rabobank estaba su principal y más elegante hacha, por la cuadrilla belga de Fidea Cycling Team estaba una joven herramienta que aun debe afilarse y pulirse. De esta última cuadrilla no estaba el mejor de los contendientes y la cuadrilla gala ni tan siquiera pudo estar presente en la contienda.

Así de esta forma, hachazo a hachazo, Nijs minaba la resistencia de Vantornout. Nijs comandaba la prueba a un ritmo alto, lo suficientemente rápido como para no dar respiro ni opciones a recuperarse al ciclista que llevaba a rueda. Y como los grandes ciclistas, marca las diferencias en los lugares más complicados, de mayor dureza, para de esta forma asestar los golpes más contundentemente.

Esto sucedió en un tramo descendente, en el que a su conclusión obligaba a los ciclistas a desmontar de la bicicleta para salvar un desnivel existente en el circuito. Ahí Sven Nijs entró primero, y tras superar el obstáculo, se montó velozmente sobre la bicicleta y metió una marcha más en su fácil pedalear. Klaas Vantornout perdió unos metros, no salió del obstáculo tan rápido y ahí perdió el tren. No fue un ataque prolongado, simplemente diez metros en el que asestó un golpe que crucificó al joven ciclista belga. No hubo capacidad de reacción por parte de Vantornout y Nijs se fue de nuevo en busca del triunfo, continuando con la misma marcha que le hizo remontar las posiciones en los primeros compases de la prueba o de la misma forma que comandó la carrera con Vantornout pegado a su rueda.

Se está ya haciendo clásica su forma de actuar. Una magnífica cadencia en la que jalona hachazos determinantes para acabar el reto como vencedor en solitario.

Por detrás y remontando, los dos que deberían haber ocupado el lugar de Vantornout en el desafío de aizkolaris en la que se convirtió esta prueba: Wellens y Mourey. No estaban donde deberían haber estado, y nada pudieron hacer por luchar por el triunfo. Llegaron tarde y no participaron. Superaron a Vantornout, aun con secuelas del duelo con Nijs, y ellos dos juntos hicieron prácticamente toda la carrera.

Dos estilos muy diferentes, enfrentándose el grácil pedalear del routier galo y la fortaleza física del curtido especialista ciclopedestre belga. En una carrera, una vez clarificado que por el primer escalón del podium no podrían luchar, la lucha por la segunda posición era la más interesante batalla que deparaba la prueba. Wellens va recuperando paulatinamente el lugar que le corresponde, aunque aún está lejos de Nijs, y Mourey instalado en la élite del ciclo-cross mundial, pagó caro el trabajo que le supuso acceder a los puestos cabeceros durante la primera parte de la prueba.

Así que de esta manera el duelo se saldó del lado belga y en la última vuelta ya se conocía que Wellens y Mourey por este orden acompañarían en el podium vizcaíno a Sven Nijs. Pero en cualquier deporte, tanto sea deporte rural vasco o ciclo-cross hasta que uno no finaliza la competición, no puede dar por seguro nada, y así de este modo, Francis Mourey rompió el cambio de su bicicleta.

El mismo lugar en el que Sven Nijs asestó el hachazo definitivo a Vantornout, la desgracia en forma de avería fue el golpe de gracia que sirvió a Vantornout para acabar finalmente en tercera posición. La fortuna quiso que del lugar donde rompió el cambio el francés a donde estaba situado el control de material, sólo distasen quinientos metros, que aunque impidió a Francis Mourey ser tercero, si hizo posible que no perdiese más puestos en la clasificación aunque un excepcional Kevin Pauwels a punto estuvo de alcanzarle.

Tras el joven belga, entraron los ciclistas de Rabobank con los que rodó prácticamente durante toda la prueba, Bart Aernouts y Gerben De Knegt. La recompensa de la buena salida de Christian Heule y el pundonor que derrocha en cualquier prueba donde participa le aupó a la octava plaza, por delante de otro Rabobank que dejará de serlo cuando finalice el año en curso, Sven Vanthourenhout. El checo Kamil Ausbuher, completaba las diez primeras posiciones, siendo el mejor de los suyos en lo que fue una triste actuación para los desafortunadamente pocos ciclistas venidos desde la República Checa.

¿La actuación de los españoles? En esta ocasión, merece capítulo aparte….