27 de abril de 2008

Breve análisis de la naturaleza de un problema

El problema del dopaje deportivo no es nuevo y a nadie debería sorprender.

No obstante, es algo palpable, que ha sido en los últimos tiempos cuando los diferentes medios de comunicación social se han hecho eco del problema divulgándolo, además, con toda profusión de detalles y matices.

Para encontrar la raigambre y la naturaleza del problema debemos poner la mirada en la intensa rivalidad deportiva y en el carácter, cada vez más desproporcionado, de las ventajas económicas y publicitarias que los éxitos deportivos ocasionan y que han conducido, sin duda alguna, a la exigencia de mayores esfuerzos de todo tipo con el fin de mejorar el rendimiento físico.

Es lógico pensar que los deportistas de hoy conocen, al menos básicamente, los sistemas de entrenamiento, los métodos de preparación y los medios de recuperación, además de un gran número de actividades que son realizadas para obtener sus más altos rendimientos. El aumento de la divulgación y la popularidad de la información sobre la preparación de los deportistas más cualificados ha permitido que la mayoría de los deportistas pueden prepararse idóneamente para las competiciones.

Todo ello, lógicamente, ha aumentado la dificultad de asegurarse una superioridad física y técnica sobre los demás. Así, inevitablemente, se recurre entonces a otros métodos para obtener la deseada ventaja: métodos que comprenden la utilización de sustancias, agentes farmacológicos e incluso procedimientos psicológicos, destinados a aumentar artificialmente el rendimiento.

Esta práctica antideportiva no es, desde luego, patrimonio exclusivo del ciclismo, como en algunas ocasiones se ha dejado entrever solapadamente, sino que se extiende a la gran mayoría de los deportes y, por otra parte, alcanza a otras esferas fuera del ámbito deportivo en las que el individuo se encuentra igualmente sometido a fuertes presiones. Es más, si consideramos como válida la premisa señalada anteriormente como inductora de dopaje, un deporte como el del ciclismo, en el que los incentivos económicos son cada temporada menos cuantiosos, no está en la punta de lanza del perfil indicado.

Todo parece mostrar que es en la actualidad, a pesar de su deontología, cuando los casos de dopaje en toda la esfera social son más frecuentes. Realmente no es cierto, y posiblemente el progreso de la farmacología y, la toma de conciencia de los efectos a corto y largo plazo, ofrezca esa sensación. Sin embargo no es de los tiempos modernos el concepto ni la práctica del dopaje, sea en los hombres o en los animales, para aumentar su rendimiento.

En cualquier análisis sobre la naturaleza del problema del dopaje, ha de que dar claro que su uso ha rebasado, a lo largo del tiempo, lo estrictamente deportivo. Así conductores, pilotos, astronautas, estudiantes y un número muy extenso de personas con profesiones liberales y otras con actividades muy diversas han usado, lo siguen haciendo, y sin lugar a dudas continuarán utilizando, diversos tipos de métodos para aumentar el rendimiento enmascarando la fatiga.

Podemos decir, que existe doping cuando un individuo normal ingiere por si mismo o por inducción de otra persona algún producto o sustancia que altere, modifique o restrinja directamente o por medios secundarios la calidad de su participación en una competición deportiva, independientemente de la vía por la que tal sustancia o producto se le administre al individuo, así como también por la cantidad, contenido o preparación del producto, sin que se pueda aducir como excluyente de la responsabilidad, el estar incapacitado temporalmente por lesión o enfermedad, ya que bajo tales circunstancias se debe excluir de toda competición deportiva.

Un deportista, con el conocimiento de lo que representan estas acciones, puede argumentar si su conciencia y sus sensatez se lo permiten, que cada cual, bajo su propia responsabilidad, puede hacer con su organismo lo que le plazca, y puede ponerlo en peligro con el mismo derecho que lo hace un automovilista, un alpinista, un minero o un obrero de la construcción. Es una argumentación a tener en cuenta y relativamente válida.

Pero tal argumentación acaba por diluirse, dado que con la ventaja que supone la estimulación, en igualdad de condiciones, un individuo presupone que sus rivales nunca le vencerán y que sus émulos nunca igualarán sus hazañas, ya que si quisieran hacerlo tendrían que realizarlo en un plano de igualdad con respeto al deportista estimulado, es decir, estimulándose a su vez y cediendo al chantaje deportivo del rival dopado, lo cual supondría tener que ir en contra de sus principios y de sus deseos.

Posiblemente, este sea el daño a la ética y a los valores fundamentales del deporte y por lo cual se justifica la necesidad de velar por su pureza, apartando del movimiento deportivo a los chantajistas, que no sólo se destruyen a si mismos, sino que con su actuación predisponen a la destrucción de los demás.

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21 de abril de 2008

El día de la Lambretta de Concentaina

Su nombre no es tan familiar como el de Vespa, pero junto a la señalada, fueron iconos culturales juveniles en la década en los años 50 y 60.

Se trata de Lambretta, una línea de scooter producida en Milán (Italia) desde finales de la década de los 40 por la compañía Innocenti. El origen del nombre, viene dado por las aguas del río Lambro, cercano a Milán, y afluente del más conocido río Po.

Lambretta se caracterizaba por tener el motor en el centro de la moto a diferencia de Vespa, que tiene el motor lateral y trasero adosado a la rueda. Esta circunstancia le da un mayor equilibrio lateral, dado que la Vespa pesa más de un lado que de otro, así como un mejor reparto del peso entre ruedas. Sin embargo, para alojar el motor en el centro se aumenta la distancia entre ejes, lo cual implica que Lambretta es un vehículo menos maniobrable que Vespa, especialmente si de conducción urbana se trataba.

Innocetti cesó su producción en 1971 pero su producción bajo licencia no finalizó. Además de en Bombay (India), la otra localidad donde se continuó la fabricación, fue en Eibar (Guipúzcoa).

Tan nostálgicos vehículos, disfrutados y guiados por varios de los integrantes del Club Lambretta Eibar, servían para anunciar la inminente presencia de los ciclistas participantes en el 37º Memorial Valenciaga, ya que configuraban la avanzadilla de una carrera, por la que rodaron abriendo la misma hasta coronar Ixua.

El Memorial Valenciaga es (en esta ocasión no cabe opción a duda alguna) la prueba más prestigiosa de cuantas se disputan en el calendario nacional reservada para la categoría amateur. En esta edición, la carrera presentaba ligeras modificaciones, obligadas en cierta forma por obras, pero mostrando intención con la variación, de diseñar una carrera más dinámica, reduciendo para ello la distancia existente entre la ascensión a Elgeta y la posterior a Ixua, suprimiendo el ascenso a Trabakua y reduciendo con ello en diez kilómetros la distancia a recorrer por los ciclistas, en comparación con su tradicional recorrido.

La carrera tiene un sabor especial. Se palpa en el ambiente. Y la explicación viene dado por la sencilla razón de que el ciclista que logra el triunfo en el Memorial Valenciaga tiene pie y medio en el pelotón profesional y, por eso, no son pocos los que desean brillar en la prueba organizada por el Club Ciclista Eibarrés. La prueba de Eibar es uno de los últimos reductos de prestigio en la categoría amateur.

La historia de la prueba fue fiel al guión previsto. En los primeros compases de la prueba, se configuraba la ya clásica escapada, llamada a recorrer un buen número de kilómetros protagonizando la carrera, pero abocada a finalizar cuando el pelotón decida que la carrera ha empezado de verdad.

Así de este modo, José Antonio Larrea (Azpiru-Ugarte), Iñigo Sagastibeltza (Lizarte), José Antonio Baños (Cantabria Infinita), Jorge Llanos (Ciudad de Oviedo), Luis A. Moreno Peinado (Avila Rojas), Luis Mas (Saunier Duval) y Gabriel Hernández (Fuerteventura-Canarias) se convirtiendo en los grandes animadores de la prueba, siendo los primeros protagonistas de la misma, y a su vez, los primeros en quedarse sin opciones de cara a la victoria final.

En Elgeta fue cuando realmente se dio el pistoletazo de salida para la carrera por el triunfo y Egoitz Murgoitio (Cafés Baqué) y Diego Tamayo (Azpiru-Ugarte) fueron los ciclistas que apretaron el gatillo, tomando rápidamente ventaja con respecto al pelotón. No tardó tiempo el dúo en convertirse en cuarteto, ya que José Manuel Ballesta (Comunitat Valenciana-CCN) y David Belda (Fuerteventura-Canarias) dieron alcance a los ciclistas fugados.

Y llegó Ixua. Donde se separa el polvo de la paja. Pronto en sus rampas comenzaron a despejarse las dudas y a observarse con claridad a aquellos pocos ciclistas llamados a luchar por el triunfo. Ismael Esteban (Cafés Baqué) fue quien coronó en primer lugar tan señalada cima. Ciclista con grandes dotes para la escalada, pisaba los pedales enérgico sabiéndose en su terreno. Disfrutaba tensando el ritmo como sólo saben hacer los escaladores y contemplaba como todos sufrían como en pocas ocasiones para mantenerse a la estela de su bicicleta.

Andrey Amador (Lizarte) fue el único que aguantó y pasaba prácticamente a rueda, mientras que David Belda (Fuerteventura-Canarias) y Antonio García González (Universidad Politécnica de Valencia-Bancaja) lo hacían unos metros por detrás.

De Ixua a San Miguel y ahí David Belda atacó en busca de la victoria, siendo sólo Andrey Amador quien de nuevo aguantaba el envite. De la cima a meta poco más de una docena de kilómetros y una trepidante lucha de por medio. Los dos ciclistas de cabeza para jugarse la victoria entre ambos y por detrás siete ciclistas deseando evitarlo.

Belda parecía fuera de lugar dando unos relevos muy forzados al ciclista de Costa Rica al que se observaba mucho más solvente. Por detrás, junto con Ismael Esteban, Javier Chacón (Cafemax-Contentpolis), Luis Maldonado (Cantabria Infinita), Vicente Peiró (Universidad Politécnica de Valencia-Bancaja), Josep Oriol Llesuy (Ditec-Tarragona) y Antonio García González (Universidad Politécnica de Valencia-Bancaja), protagonizaban una persecución intensa pero de relevos deslavazados, y por si fuera poco, contaban con un invitado de excepción a cola del pequeño grupo, Antonio Olmo, la segunda opción de victoria del equipo Fuerteventura-Canarias en caso de no fraguar la fuga.

Pero la escapada llegó. A pesar de que en todo momento se veían unos y otros e incluso a punto fueron de ser rebasados en la recta de llegada, el dúo cabecero se jugó la victoria, cayendo del lado del ciclista de Concentaina (Alicante). El pequeño ciclista del Fuerteventura-Canarias, que ya fue segundo en esta misma prueba en el año anterior a su ascenso al profesionalismo, en una entrañable e histórica edición que se saldó con la victoria incontestable de David Rodríguez (Supermercados Froiz), el único corredor de la villa armera hasta la fecha que se impuesto en tan distinguida carrera.

David Belda se impuso al sprint de forma clara y levantó los brazos de exultante, con una desorbitada alegría sabedor del preciado logro obtenido. Una victoria que debería servir de pasaporte para su regreso al profesionalismo, categoría en la que las puertas quedaron cerradas por la desaparición del equipo Fuerteventura-Canarias y un apellido que pesa como una losa.

Con la segunda posición tuvo que conformarse Andrey Amador. Ciclista bisoño en estas lides y acostumbrado a medirse a ciclistas que están situados en un plano inferior, al marcar como prioritario su equipo, el calendario vasco, así como una cuidada elección de las pruebas en las que toma parte. El joven pupilo de Manolo Azcona tiene unas trazas de ciclista excelente. Capaz de desenvolverse en el pelotón amateur con la suficiencia del mejor de los escaladores y a su vez con la potencia del mejor de los rodadores, es un ciclista llevado entre algodones, cuya figura situará a la siempre desaprovechada cantera de Costa Rica en un lugar significativo dentro del ciclismo profesional, en este caso en el potente conjunto del Caisse D´Epargne.

Ocupando el tercer peldaño del podium estaba Ismael Esteban que dejó escapar la oportunidad de su vida. En el Memorial Valenciaga los resultados acostumbran a dar fe de lo mostrado durante la prueba, y en esta ocasión los tres ciclistas más poderosos fueron los que completaron el podium. Sólo el que estaba en lo más alto sonreía.

Quien también sonreía era el progenitor del vencedor, orgulloso de su vástago, al que había guiado desde el volante del automóvil del equipo Fuerteventura-Canarias. El joven ciclista, que ya ganó en Asteasu y tiene en Legazpi su próximo objetivo, está rodando como una moto, y como no podía ser de otra forma, pequeña como una Lambretta, aunque en este caso llegada desde Concentaina.

Domingo, 6 de Abril de 2008

Fotografía: Félix Morquecho

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