11 de enero de 2007

Roberto Laiseka cuelga la bicicleta

El 19 de Mayo de 2006, en la duodécima etapa del Giro de Italia, que llevaba desde Livorno hasta Sestri Levante, Roberto Laiseka se fracturaba su rótula derecha. Ese fue el último día en que se puso un dorsal. Su longeva carrera deportiva había finalizado, pero se resistía a ello. Intentó regresar tras meses de recuperación y rehabilitación, pero finalmente el 9 de Enero de 2007 confirmó su retirada del mundo del ciclismo.

Una vida dedicada al deporte del pedal, en la que escribe un punto y aparte. La historia de la Fundación Ciclista Euskadi cierra de esta forma uno de los capítulos más brillantes, escrito con sudor y sangre, por parte de un ciclista tan singular como querido por los aficionados.

Roberto Laiseka Jaio a estas alturas de su vida ya peina canas, siendo el único ciclista que estaba dentro de la Fundación Ciclista Euskadi, o de un tiempo a esta parte, proyecto más conocido como Euskaltel-Euskadi, desde su fundación.

El ciclista vizcaíno vino al mundo un 17 de Junio de 1969 en Gernika. Aunque se crió en Algorta y fue en esta localidad donde dio sus primeras pedaladas contagiado por la afición ciclista que apasionaba a su padre. No se le daba mal este deporte, especialmente cuando la carretera serpenteaba entre montañas.

Vencedor de la prestigiosa Vuelta a Vizcaya en 1990, obtener la victoria en la Bira no le sirvió para acceder al profesionalismo, y no fue hasta 1994 cuando pudo debutar en el campo profesional. Por aquel entonces iniciaba su andadura la Fundación Ciclista Euskadi, equipo que con un presupuesto cercano a los 100 millones de pesetas, y del que aproximadamente una tercera parte la aportaban los socios de este proyecto, posibilitó la entrada al mundo profesional, a una buena parte de la boyante cantera vasca que veía como sus aspiraciones deportivas acababan en la categoría amateur por falta de oportunidades. Roberto Laiseka fue uno de esos ciclistas a los que dio la oportunidad la Fundación Ciclista Euskadi, ya que de otra forma hubiese puesto punto final a su carrera deportiva, sin medirse en el campo profesional.

El ciclista vizcaíno desde al campo amateur de la mano de Miguel Madariaga ha vivido en todos estos años la mutación de este conjunto, que pasó de arrastrar deudas y recoger victorias de las migajas que dejaban otros equipos, a tener contratos millonarios y soñar con ganar el Tour de Francia. Años de toboganes, en los que en un momento se estába en la cúspide y en los meses siguientes se descendía a los infiernos. Sin embargo como buen escalador, Roberto Laiseka siempre se ha mantenido en lo más alto.

Este ciclista guarda un secreto, puesto que uno no se explica como es posible que jamás se haya dejado querer por el aficionado, siendo incluso esquivo con él, para luego conseguir conquistar el corazón de éstos. Y quizás, en el intento por entender este extraño fenómeno, uno piensa que todo ello sea debido a que encarna el espíritu del ciclista vasco por excelencia, en la antítesis de aquel ciclista al que gusta que señalen como estrella más brillante del firmamento o del ciclista apático e inconsistente en sus resultados, con los que ha compartido equipo y galones. No han sido pocas las ocasiones a pesar de unos más bajos emolumentos, en que haya tenido que ser él, quien salve la imagen del conjunto, con sus pocos triunfos, pero todos ellos importantes y de calidad.

Trabajo y trabajo. Aquí no hay secreto, el que vale, vale y el que no, no. Siempre respondiendo, sin excusarse, hablando donde tenía que hablar y no en los medios de comunicación. Ciclista de casa y de filosofía singular, tanto por el proyecto en el que se embarcó como en su comportamiento. Fiel a un estilo, no salía a entrenar si desde la ventana de su casa veía que estaba lloviendo. No cambió ni un ápice su conducta, ante la aparición de pulsómetros o biomecánicos, aprendiendo a escuchar a su cuerpo para saber que es lo que necesitaba, y con una cabeza que nunca se aturdió por resultados brillantes, puesto que nunca olvidó su condición y el espíritu que le hizo capaz de alcanzar tales logros.

Tozudo como ningún otro, nunca quiso ponerse el casco, fue de lo últimos ciclistas que utilizó la mítica chichonera. Incluso en sus últimos años, en los cambios que se originaron dentro del equipo, nadie se atrevió a cambiar su rutina, era Roberto Laiseka, un corredor a parte, diferente del resto.

Podríamos hablar del triunfo en la 18ª Etapa de la Vuelta a España de 1999, con salida en Guadalajara y final en el Alto de Abantos. Aquel 23 de Septiembre, inauguraba su palmarés, que sólo deslució un desafortunado y maleducado José Mª Jiménez. Su idilio con la Vuelta a España continuó el 5 de Septiembre del año siguiente, con una nueva victoria de etapa en la 10ª, con final en la Estación de Esquí de Ordino Arcalís y su 6ª plaza en la general final de aquella Vuelta a España.

Sin embargo, el momento mágico llegó en el Tour de Francia de 2001. Allí, el 22 de Julio, en la etapa con final en Luz Ardiden, vivió su momento más glorioso. Con una marea humana de aficionados en su mayoría venidos desde Euskadi, levantó los brazos como brillante vencedor. Dos días antes en Ax les Thermes, el colombiano Félix Cárdenas le privó de la victoria, en un Tour de Francia que ha marcado un antes y un después en la historia de la Fundación Ciclista Euskadi.

Sin embargo, su carrera también ha estado marcada por los accidentes, puesto que si uno le ha obligado a bajarse de la bicicleta, no en vano este ciclista estaba llamado a poner punto final a su carrera deportiva cuando le viniese en gana, otro también le hizo vivir momentos dramáticos. Fue en la Vuelta a España del año 2002, donde en la 5ª Etapa que iba desde El Ejido hasta Sierra Nevada, vimos como el vizcaíno sufría una aparatosa caída que hizo que tuviera que ser evacuado al hospital abandonando así la Vuelta a España en la que tanto él como su equipo tenían puestas muchas ilusiones. En el suelo, una cincha que había perdido algún camión se enredó en los radios de su rueda delantera, actuado de freno con su componente metálico, sesgando la horquilla de su bicicleta y catapultando al ciclista hacia el asfalto.

El resultado de la espectacular caída tuvo un balance desolador para el ciclista: la cara rota, el codo partido, pérdida de varias piezas dentales y un labio desgajado. El ciclista conocedor de la aparatosidad de la sangre en su rostro, sólo pensaba en una cosa que repetía una y otra vez: que avisasen a su madre para tranquilizarla. Era lo único que pensaba en aquel momento. Tan sólo era un susto y su madre debía saber que no era nada grave. No era cierto, ya que tuvo que esperar un mes para recibir el alta médica, pero madre no hay más que una y ya sabemos todos como son.

Con su boda en el horizonte, en Noviembre de ese mismo año, sus pensamientos se tradujeron después en la desfigurada imagen que iba a mostrar en el enlace, especialmente en ese álbum de fotos que se guarda para toda la vida. Su cara en aquellos momentos estaba cosida con 42 puntos, y aún se notan en su rostro las secuelas.

Luego llegaron a Euskaltel-Euskadi los aires de grandeza, con dos jóvenes ciclistas luchando por conquistar el Tour de Francia, incluso dejando de lado a Roberto Laiseka. Sin embargo se tornaron en sonoros fracasos los intentos de conquistar Francia, y la enorme inversión no se traducía ni tan siquiera en una mínima presencia, a diferencia de Roberto Laiseka, baluarte y seguro de vida para este equipo, que acudió al rescate del conjunto naranja con su importante triunfo de etapa en la Vuelta a España del año 2005, con final en Cerler.

Se quedó con las ganas de vencer en el Giro de Italia, que quizá pudiese haber logrado una victoria de no mediar caída alguna, y también de vencer en alguna vuelta por etapas de una semana. Pero con lo que se quedará seguramente es con el recuerdo y el cariño del público, ese que lo vio como un ciclista diferente, tenaz, insistente, pertinaz, voluntarioso, terco, obstinado, constante y fiable.

En definitiva, un ciclista especial. De otra época. Eskerrik asko, Roberto.

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7 Comments:

At 11 de enero de 2007, 20:11, Anonymous Anónimo said...

me gustaba Roberto, tan delgado escalador.... pero rarete, era rarete, eso de ni llevar guantes, ni cuenta.... Una pena.

 
At 12 de enero de 2007, 0:43, Anonymous Anónimo said...

Articulos sobre Laiseka:

http://euskaltel.ilblog.it/speciale-laiseka-2/

 
At 12 de enero de 2007, 16:23, Blogger Marco* said...

Hola!

Muchas gracias por los comentarios.

Mattia: Sono sorpreso vedere in speciale di Laiseka il testo di queste blog.

Pico del Aguila: También guardo anécdotas curiosas de Roberto Laiseka. Una data del año 1993, cuando vestía los colores del equipo Café Fortaleza, y estaba disputando la Vuelta a Alava. Con la meta situada en Llodio, sólo le faltaba subir el Alto de Gárate y descenderlo para alcanzar la meta. Roberto transitaba en soledad con más de una veintena de minutos perdidos y bajo una lluvia impresionante que a las cuatro de la tarde hacía pareciera que estábamos completamente de noche.

Al llegar a la cima ni corto ni perezoso nos pidió ropa para abrigarse en el descenso, y como no había otra cosa que la clásica chaqueta vaquera de toda la vida, se la enfundó, se abrochó los botones, y para abajo que se fue el ciclista.

Estaba gracioso y las carcajadas no fueron pocas.

Un saludo!

 
At 12 de enero de 2007, 20:29, Anonymous Anónimo said...

Hola, he puesto ese texto en el "Speciale Laiseka" porque para mi es un artìculo que refleja a la perfecciòn lo que era Laiseka para los aficionados de ciclismo...

Agur...y visita a menudo mi blog... :-)

 
At 16 de enero de 2007, 1:06, Anonymous Anónimo said...

Hola Marco!!!

Tengo curiosidad por saber qué fue lo que el irreberente pero genial chava -que cualidades tenía el del Barraco!!!- dijo en la victoria de Laiseka en Abantos, ya que no recuerdo nada al respecto.

Un saludo

P.D.: Aunque no escriba con frecuencia, no dejo de leer el blog

 
At 16 de enero de 2007, 1:22, Blogger Marco* said...

Hola Ultegra!

¿No recuerdas aquello de que había ganado un "medio español"? Estoy seguro de que ahora si.

Un saludo!

 
At 16 de enero de 2007, 18:01, Anonymous Anónimo said...

Hola!!!

Ahora sí, lo recuerdo a la perfección. Una de tantas del abulense...

Un saludo

 

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