20 de abril de 2007

Como el buen vino

Se acabó el ciclismo del adoquín y con el se va buena parte del ciclismo épico y agonístico con sabor añejo que tanto encandila al buen aficionado.

En este ciclismo clásico, destacar una novedad, y es la figura de un ciclista debutante en estas carreras. Dicho ciclista tiene por nombre Jesús del Nero, y ha sido una de las gratas sorpresas de estas últimas semanas, ya que pensar que un ciclista español podría entrar por delante de Tom Boonen en el Tour de Flandes se antojaba un imposible.

Bien es cierto, que Tom Boonen no ha respondido a las expectativas apabullantes que le asignaban los especialistas, pero ver a Jesús del Nero entrar al sprint por delante de Boonen para ocupar finalmente la undécima plaza en la 91st Ronde van Vlaanderen es una magnífica excusa para detenernos en torno a su figura.

Jesús del Nero Montes nació un 16 de Marzo de 1982. Este madrileño de Chinchón no ha sido un ciclista con suerte ya que su paso al profesionalismo fue un tanto accidentado. Sin ser un sprinter puro, su velocidad era la baza de la selección española para el Campeonato de Europa que en el 2004 se celebraban en Otepää (Estonia), tal y como mostró en la Vuelta a la Rioja de ese mismo año, donde como componente de la selección amateur, se codeó con los profesionales con un desparpajo impropio de su edad, y obtuvo una meritoria tercera posición en la primera de las etapas.

Pero no pudo estar presente en Estonia, ya que vestido con los colores del Caja Castilla-La Mancha, su último equipo en categoría amateur, tuvo una caída en la que se rompió el fémur. Fin a la temporada que parecía iba a ser la de su confirmación como ciclista de futuro. Truncadas las ilusiones al verse obligado a estar lejos de la competición en el determinante último tercio de la temporada.

Su camino hacia el ciclismo profesional parecía lógico al ver la evolución y el rendimiento del ciclista, pero con la lesión de por medio, todo quedaba interrumpido. Sin embargo, recibió la llamada de un nuevo equipo que se alumbraba auspiciado por la marca de bicicletas Orbea. La llamada de este conjunto, es un dato a tener en cuenta, puesto que dice mucho en favor del madrileño firmar un contrato profesional cuando uno es amateur y se encuentra en el dique seco.

Llegaba un Del Nero al profesionalismo, ya que su hermano Nereo no accedió cuando muchos de los que lo vieron decían que destilaba tanta o más clase que su hermano pequeño, y lo hizo en el equipo satélite del Eukaltel-Euskadi. Curioso este equipo filial vasco, que se está convirtiendo en la puerta trasera de acceso al profesionalismo para los ciclistas vascos, donde precisamente son los que vienen de fuera, los que más partido sacan a la estancia en el equipo.

Del Nero consiguió un triunfo en el Tour del Porvenir, concretamente en la sexta etapa de la ronda francesa, y contribuyó con ello a que el equipo estrenase su casillero en esa temporada del año 2005. La irregularidad en cuanto al calendario que disputó el equipo por la mala planificación del mismo, hizo que sus actuaciones tuvieran un mayor valor si cabe.

Tales actuaciones propiciaron su lógico cambio de colores en la temporada 2006. Parecía un escalón más alto, pero allí se topó con un equipo tan singular, como deslabazado y desestructurado, que recibía el nombre de 3 Molinos Resort. No obtuvo victorias, pero destacó en la Euskal Bizikleta, Vuelta a Asturias y GP CCT Correios de Portugal y aunque desde mediada la temporada se sabía que el equipo iba a desaparecer por la incompetencia de los gestores del conjunto, no había motivo para que Jesús del Nero se alarmase, puesto que era segura su continuidad deportiva a pesar de que tendría que ser nuevamente en otro conjunto diferente.

Y así llegó a Saunier Duval-Prodir, con un contrato propio de la época de rebajas que vivía el ciclismo nacional, pero con la oportunidad de acceder a un ciclismo de élite dentro de una estructura que disputa el más importante calendario internacional.

Su destello en Flandes debe ser el principio de un brillante futuro, ya que Jesús del Nero es y será como el buen vino, que mejora con los años. Y nunca se ha podido acuñar mejor frase a un ciclista, puesto que no hay año en el que Jesús del Nero no dedique su tiempo a recolectar uva para fabricar precisamente esa bebida a la que está tan apegado, el vino.

Cuatro generaciones se han dedicado a conservar la bodega, que tiene por nombre Jesús del Nero, y a mantener su tradición vinícola que arrancó allá por 1870. Bodegas Jesús del Nero, es actualmente la única bodega privada que sobrevive de las veinte que había en Chinchón antes de 1936.

Resulta evidente decir que Chinchón era un pueblo que obtenía de la vid la mayor parte de los ingresos, pero hoy en día, uno de los mayores reclamos para seguir cosechando y produciendo vinos de la tierra, es el turismo que acude a disfrutar de sus encantos y su buena gastronomía.

Esta localidad, enclavada en la Comarca de las Vegas, tiene un interesante itinerario vinícola. Sus vinos, con Denominación de Origen Vinos de Madrid, pertenecen a la subzona de “Arganda del Rey” situada al sureste de la Comunidad de Madrid por donde fluyen las aguas del río Jarama, afluente del Tajo, y de sus tributarios, Tajuña y Henares.

Por toda esa zona hay un elevado número de bodegas, que cultivan variedades de uva como Airén, Tempranillo, Garnacha, Cabernet, Sauvignon o Malvar, haciendo de este lugar una parada obligatoria para los amantes del vino, especialmente para aquellos que no se dejan guiar por las etiquetas.

A pesar de la modernización que han sufrido algunas bodegas, todavía existen aquellas que conservan sus técnicas de antaño, lo que incrementa su encanto, y el motivo de su visita.

Las Bodegas Jesús del Nero tienen una producción media anual de 100.000 litros, aunque su capacidad de depósitos llega hasta casi 250.000 litros, con unas uvas que proceden de viñedos propios en los que fundamentalmente se cultivan las variedades de uva malvar y tempranillo.

No es una suposición, sino una certeza, que no pocas uvas de esas que posteriormente se envasarán en forma de vino, han sido recogidas por el ciclista del Saunier Duval-Prodir. Tan sólo necesita que pase el tiempo, y esperar a el joven ciclista madure en el ciclismo internacional, y será entonces cuando podamos brindar por su triunfo en una gran prueba. Por supuesto, sobra decir, que el vino que se descorchará para tan distinguida ocasión, será, evidentemente, de la Bodega Jesús del Nero.

3 de abril de 2007

La setena

Suena inoportuno ese enemigo llamado despertador. Uno sube la persiana y a la intempestiva hora que lo hace observa como no hay ni un alma vagando por la calle. Desayunas como un autómata con la fría soledad del que deja el cálido hogar y contempla como los suyos descansan plácidamente.

Se pone al volante del automóvil. Kilómetros y kilómetros anónimos se suceden uno tras de otro buscando un único destino: Ver a los ciclistas. Uno planifica e intuye el mejor lugar para verlos. Se aposta donde estima oportuno y espera. Hace un frío que penetra hasta los huesos o un calor que derrite la vitalidad. Y en esa larga espera, uno inventa mil y una formas para que el reloj avance más deprisa.

Por fin se oye bullicio. No son tantas las personas las que ahora también se encuentran expectantes junto a uno. Se divisa en lontananza a los ciclistas. Pasan ante ti. Miras para todos los lados tratando de que la mente guarde el mejor recuerdo fotográfico del momento y sin apenas saborearlo se van alejando.

Se produce el silencio. Desparece todo en un abrir y cerrar de ojos y llega el momento de partir. La vuelta a casa. Y entonces te dices a ti mismo, y que me importa a mi quien gane o quien pierda, sino me dan de comer. Que más me dará a mi lo que hagan estos tíos vestidos con esas ceñidas mallas, que un día si y otro también no producen más que noticias rodeadas de escándalos de dudosa salubridad.

Pero entonces, uno enciende la televisión, y contempla a un señor que tiene por nombre Joan Llaneras Roselló. Y lo ve como se proclama Campeón del Mundo, con una maestría sin igual, con un derroche de talento e inteligencia previsible pero sin respuesta alguna por parte de sus grandes rivales. Con un público jaleándole como nunca se ha visto en un velódromo español. Sabiéndose en estado de gracia y esculpiendo la medalla de oro en cada intensa y espectacular pedalada. Vibrando en la agónica lucha tomar vuelta a sus rivales. Emocionados por saber que no pedalea sólo. Noche mágica que pasará a los anales de la historia.

Y entonces llamas a tu padre para contárselo, a tu amigo del alma que tantas fatigas ha compartido contigo, y se lo cuentas. Incluso gritas como un niño y te emocionas con el sentimiento que desprende el ciclista en la celebración del triunfo.

Y es entonces, cuando, por un momento, por unos minutos, por unas horas, por unos días, todo tiene sentido.

La setena ha estat meravellosa. Moltes gràcies Joan.