El cordón umbilical se ha roto

Todo nace del prodigio de la pluma de Jorge Manrique en esas «Coplas a la muerte de su padre». Don Rodrigo Manrique falleció en Ocaña (Toledo) el 11 de Noviembre de 1476, víctima de un cáncer que devoró su rostro y semejante imagen de las postrimerías de la vida de su progenitor, marcó a Jorge Manrique.
Por ello, expresó en las "Coplas" no sólo el elogio fúnebre, sino la contemplación misma de la vida como bien perecedero y mortal, del tiempo como víctima del tiempo y de la belleza como objeto de nostalgia más que de celebración.
Merece la pena leer a Jorge Manrique ya que tiene un misterio especial. Algo mágico que lo identifica con una época y una sensibilidad que nos parecen fijados de una vez y para siempre por la sola gracia de unos pocos versos. No es casualidad el culto rendido desde hace cinco siglos al autor del primer gran poema de su género en lengua castellana.
En la popular sexta estrofa, el agua es utilizada como una extensa metáfora de la vida, con su dolor y su dicha, con su esplendor y su quiebra de expectativas. Bien sea en el mismo cauce del río Nela o con el Pisuerga en lontananza, que uno no puede evitar tener un sentimiento de tristeza cuando contempla las evoluciones y el deambular de David Seco en este inicio de temporada.
Al observar detenidamente al ciclista, aflora irremediablemente la sensación de pesadumbre adivinando que la carrera deportiva del ciclista de Busturia está cerca de su desembocadura. A lo largo de nuestra vida, las personas se degustan y se esfuman sin tiempo para incorporarlos a nuestra identidad, pero David Seco en el ciclo-cross español era algo más, era un "ser transicional".
Todos aquellos que un día fuimos niños, recordamos con nostalgia aquellas cosas materiales en las que concentrábamos nuestro afecto y confianza. Son clásicos el muñeco de trapo o de peluche que los pequeños abrazan para conciliar el sueño o el simple trapo como el que acompaña a todas partes al pequeño Linus en las tiras cómicas de Charlie Brown.
Donald Winnicott, pediatra y psicoanalista inglés, fue quien alumbró el término "objetos transicionales" para denominar a estos objetos. En ellos veía la representación de la seguridad materna cuando la madre está ausente. Son, por tanto, una especie de cordón umbilical que a través de la fantasía crea vínculos firmes entre el sujeto y la realidad.
No hace mucho tiempo, en la década de los noventa, el ciclo-cross entró en un irremediable declive del que afortunadamente se ha recuperado en las últimas temporadas. Por aquel entonces, las figuras que acaparaban la atención de los aficionados estaban caducas, compitiendo muchas de ellas por la admirable afición que profesaban por la especialidad, quedando atrás su implicación más determinante.
El relevo generacional no se certificaba, dado que las jóvenes figuras en ciernes que apostaban por la especialidad desertaban cuando sus mejores años estaban por llegar. David Seco invirtió la tendencia. El ciclista se convirtió por derecho propio en la representación figurativa del ciclo-cross nacional, en un panorama donde huérfanos de ciclistas involucrados en la especialidad, era indiscutiblemente la referencia. Un ciclista superlativo con respecto a los rivales nacionales a los que se enfrentaba.
El ciclista no se conformó con la práctica autómata de una especialidad ciclista en descrédito. Eran años en los que con algo más que afición y empleándose con un mínimo de interés, se abría para cualquier ciclista la posibilidad inexorable de lucimiento personal. Sin embargo, y de forma determinante, David Seco fue un paso más allá encaminando nítidamente su objetivo hacia la búsqueda de una formación que pudiese llevarlo a las cotas más altas que el ciclista estuviese en disposición de alcanzar.
De la mano de Paul Herijgers se inició en la preparación consecuente y científica de la especialidad, cuando en el territorio nacional la preparación en materia de ciclo-cross iba por otros derroteros bien distintos. Sus estancias, por aquel entonces novedosas, en Bélgica, suponían un gran esfuerzo en muchos sentidos, pero sirvieron con la constancia y el paso de los años para señalarlo, como el ciclista más avanzado en el conocimiento y preparación de un deporte como el ciclo-cross en el territorio nacional.
Tal circunstancia, de partida ya era una enorme ventaja, y naturalmente se plasmó en un incontestable dominio que le reportó una ingente cantidad de victorias y títulos a lo largo de los últimos años.
Sin embargo esa luminiscencia única la había perdido en las últimas temporadas. A la vez que el ciclo-cross nacional resurgía, la figura del ciclista de Busturia perdía su halo característico. Al ciclista se le había concedido en gracia, una especie de moratoria teniendo en cuenta los diferentes problemas por los que había atravesado en las últimas campañas, siendo determinante la temporada 2008/2009 para realmente conocer el lugar exacto donde ubicar al ciclista dentro del ciclo-cross nacional y determinar si continuaba siendo merecedor de su privilegiado estatus del pasado.
Pues bien, todo hace pensar que esa función transicional está desmarcándose totalmente de David Seco. Los niños siguen teniendo sus mascotas o juguetes preferidos que sobreviven a las avalanchas de regalos, pero que cada vez les rinden menos lealtad. Lo mismo sucede con la figura de David Seco, que a pesar de que su recuerdo nos evoca a muchas jornadas históricas de nuestro ciclo-cross, su estampa ha caído en una desidia perniciosa, que lo está conduciendo irremediablemente al anonimato.
Desde la infancia aprendemos lo que es la avidez por lo nuevo y el desdén por lo usado y lo gastado. No en vano, cuando somos adultos paulatinamente nos desprendemos de las cosas durables, de aquello a lo que guardar una fidelidad a lo largo de toda una vida o de una etapa importante de ella. Antes se apuraban las cosas hasta el último aliento y hoy en día ha quedado borrado el encanto de aquello que otorgaba alguna forma de distinción.
Sustentados en lo efímero, despojamos de sustancia a aquello que antes nos servía como llave de la memoria. Cuanto más momentos incorporamos a nuestra vida, más se acorta la de aquello que nos rodea. Renovando continuamente nuestras compañías materiales y nuestras apariencias, se eliminan también esos elementos transicionales que nos hablan de la identidad.
Todos necesitamos depositar en las cosas algo de nuestro yo, confiarles nuestros sueños, dotarlas de significado y reconocernos en ellas. En el culto a las cosas perdurables hay una espiritualidad que no conoce el aficionado inestable y compulsivo, esclavo de lo novedoso y proclive al hastío. Sería imposible comprender el cauce por el que transita el ciclo-cross nacional sin la figura del ciclista que se aventuró decididamente a sumergirse en unas aguas oscuras y hasta la fecha desconocidas. Posiblemente muchas de las estampas que guardamos los aficionados en la retina tiene incluida la figura de David Seco contribuyendo con ello a dotar a nuestra memoria ciclista de mayor identidad.
David Seco no se ha caracterizado nunca por ser un ciclista emocionalmente estable. Permanentemente envuelto en los últimos tiempos en conflictos intra e interpersonales que han mellado en su rendimiento deportivo, ha conseguido ocultar sus carencias gracias a su amplia gama de recursos técnicos adquiridos a través del entrenamiento eficiente. Sin embargo, a día de hoy ya se tornan insuficientes como para encubrir una desconocida y decepcionante estampa física que invita a pensar que es un ciclista con más pasado que futuro, e incluso que presente.
"Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando, cuán presto se va el placer, cómo después de acordado, da dolor; cómo, a nuestro parecer, cualquiera tiempo pasado fue mejor".
Posiblemente su persona se ha labrado merecidamente una animadversión general sustentada en un comportamiento arrogante, que no invitaba a establecer ningún tipo de relación afectiva con su figura deportiva, pero dejando a un lado el análisis más exaltado y ciñéndonos a lo meramente deportivo, el ciclo-cross nacional en su presente no se entiende sin la figura de David Seco.
"Pues si vemos lo presente cómo en un punto se es ido y acabado, si juzgamos sabiamente, daremos lo no venido por pasado. No se engañe nadie, no, pensando que ha que ha de durar lo que espera, más que duró lo que vio porque todo ha de pasar por tal manera".
Todavía estamos en tiempos de disfrutar de las evoluciones del ciclista independientemente de sus resultados, de unir la nostalgia de un pasado a una nítida imagen del presente, creando un vínculo satisfactorio que nos permite identificar de un modo u otro el pasado del que procede la especialidad, con el presente que gozamos y el futuro que atisbamos.
Merece la pena detenerse en ello. Llegará un tiempo, en el que ya nos resultará imposible. Y ese momento, en este inicio de temporada, se ve más cercano que nunca.
Etiquetas: Ciclo-cross en España, David Seco