Un trotamundos por las cumbres
Bien es cierto que el prestigio de la cita siempre responde a las expectativas, pero aquellos que buscan a los ciclistas del mañana coronándose en esta prueba, posiblemente no los encuentren. La exigencia de esta prueba no invita a que las jóvenes promesas obtengan una recompensa triunfal en Eibar, sino que de un tiempo a esta parte, los ciclistas curtidos son aquellos que ocupan los puestos de privilegio al finalizar la prueba.
Posiblemente en la antesala de esta prueba, la Subida a Gorla, que antecede en una semana al Valenciaga si podamos atisbar a aquellos jóvenes ciclistas que guardando un perfil de escalador, posiblemente tarde o temprano puedan ponerse un dorsal en el campo profesional. Por ejemplo, el vencedor de la edición 2007, Héctor González, no me cabe la menor duda, que será profesional la temporada que viene, circunstancia que quizá no podamos decir con tanta seguridad cuando veamos al triunfador del Valenciaga.
Aunque pueda sorprender, Héctor González Baeza nació un 16 de Mayo de 1986, en la localidad vizcaína de Barakaldo. Es otro de los ciclistas que pertenece a la que a partir de ahora denominaremos “Generación Prematura”, puesto que con Arkaitz Durán Aroca como abanderado, no son pocos los ciclistas de esta añada, como David Abal Diego, Raúl Alarcón García, José Antonio Baños Ballester, Beñat Intxausti Elorriaga, Francisco Javier Etxarri Marín, Igor Romero Etxebarria, Francisco Javier Aramendia Llorente o Jordi Vila Camps los que ya conocen o han conocido la categoría profesional.
Barakaldo lo vio nacer, pero pronto cambió su residencia, desplazándose a Sevilla. El traslado laboral de su padre, que trabajaba en los Altos Hornos, obligó a la familia a cruzar la Península de norte a sur. Su familia es originaria de Almansa (Albacete) lugar en el que reside en la actualidad, aunque es más habitual verlo pedalear en Cantabria o anteriormente por Alicante, sus residencias ciclistas hasta la fecha.
Si hay un año en el que se escuchó con contundencia el nombre de Héctor González Baeza, fue en la temporada 2004, la que fue su última campaña en la categoría juvenil. Dirigido por el antiguo ciclista de Kelme, Ricardo Martínez, destacaba y de que forma en el competido ciclismo valenciano enrolado en el equipo Bici Velo Bike-L´Eliana. Tal era la competitividad reinante en esta zona, que los tres primeros ciclistas clasificados en el Campeonato de España, Ruben Reig, Raúl Alarcón y Héctor González, lo hicieron enfundados con el maillot de la Comunidad Valenciana.
Héctor González obtuvo el bronce, pero no fue la única medalla que vio como colgaban en su cuello puesto que en la prueba individual contra el crono obtuvo una medalla de plata viéndose sólo superado por el castellano-leónes, Alberto Ibáñez, y precediendo en el podium al vasco Egoitz García quien debía conformarse con la medalla de bronce.
Pero si interesante fue el botín obtenido en Don Benito (Badajoz) en aquellos campeonatos, a nivel internacional no se amedrentó, como lo acredita su excelente participación en el prestigioso Giro della Lunigiana 2004, donde finalizó en segunda posición, sólo superado por el holandés Rob Ruijgh gracias a las bonificaciones. En aquella prueba, el checo Roman Kreuziger y el esloveno Simon Spilak obtuvieron triunfos parciales. Días más tarde, ambos ciclistas obtenían sendas medallas en los mundiales de Verona (Italia), incluso Kreuziger por partida doble, sin embargo en aquella ocasión la fortuna fue esquiva con Héctor González Baeza, que abandonó la prueba subido en la camilla de la ambulancia tras una caída, y fue la certificación de que los buenos resultados dieron la espalda tanto a él como el resto del combinado nacional, que acudía al Campeonato del Mundo con la ilusión real de codearse con la élite.
Retomando la prueba de Gorla, observar el palmarés y contemplar como corredores de la talla de Carlos Sastre (1997), Juan Manuel Gárate (1998 y 1999) o Alberto Contador (2001) levantaron los brazos triunfantes, obteniendo por aquel entonces el honorífico título de mejor escalador de la categoría, que años más tarde certificarían a nivel mundial en la categoría profesional, es como para dar un enorme crédito al ciclista que anualmente obtiene la victoria en la prueba bergaresa.
En esta ocasión, Héctor González, parece ser otro ciclista más llamado a mostrar en el campo profesional, sus dotes para la escalada, que se complementan con una inusual osadía en el descenso, aderezadas con unas buenas prestaciones contra el crono, que le servirán para próximamente disponerse a las órdenes de Matxín y encontrarse con aquellos ciclistas de su generación que ya están en el campo profesional.
En el Memorial Valenciaga, será tremendamente complicado ver a jóvenes ciclistas como Héctor González protagonizar la carrera eibarresa, y no sólo eso sino que quizá esta prueba ya no sirva para acceder al campo profesional de la contundente forma que ocurría hace tan sólo una década, donde se observaba apostados en las diferentes cunetas a todos y cada uno de los directores deportivos de los equipos profesionales existentes en España, que iban a la caza y captura de las promesas del pelotón amateur, y que incluso, a los más destacados, les plantaban un contrato profesional poco después de cruzar la meta.
Últimamente el carnet de identidad de los ganadores refleja una edad que para nada gusta a aquellos que tienen en sus manos abrir la puerta del profesionalismo. Hoy en día, los destellos a temprana edad gozan de mayor credibilidad que las victorias importantes de ciclistas entrados en años en esta categoría. Sencillamente, así es el ciclismo amateur de nuestros días.